domingo, 3 de junio de 2007

Dos poemas de Yannis Ritsos y una glosa




Anoche los niños no durmieron. Habían encerrado un montón de cigarras en la cajita de los lápices y las cigarras cantaban bajo sus almohadas una canción que los niños conocían desde siempre, pero que olvidaban al despuntar el día.

Ranas doradas, sentadas en la punta de sus patitas y sin ver sus sombras en las aguas, semejaban pequeñas esculturas de la soledad y el sosiego.

En ese momento la luna tropezó con los chopos y cayó en la espesa hierba.

Hubo un gran susurro entre las hojas.

Corrieron los niños, tomaron con sus manos regordetas la luna y toda la noche jugaron en el campo.

Ahora sus manos son doradas, sus pies dorados y en lugar de huellas dejan lunas pequeñitas sobre la tierra húmeda.

Pero afortunadamente, los adultos que saben mucho no ven demasiado.

Sólo las madres sospecharon algo.

Por eso los niños esconden sus doradas manitas en los bolsillos vacíos, para que su mamá no los regañe por haber jugado en secreto toda la noche con la luna.



----------------------------



El mundo se llenó de flores y de pájaros.

Y el campo repiquetea con sus alegres voces.

Cencerros en las gargantas de los burros.

Cencerros en las orejas del sol.

Cencerros en la punta de las hojas.

Cencerros en las trenzas de las niñas.

Todo baila en la luz y repiquetea.

Aun el abuelo salió al sol a tejer con verdes ramas pequeños canastos para recoger madroños y huevos de paloma.


Del globo terráqueo que el maestro tenía para su clase de geografía hicimos una pelota y la hacemos rodar por el verde campo salpicado de flores de manzanilla.

Por la noche subimos a escondidas hasta el cementerio de la aldea, tomamos varios cráneos vacíos y los llenamos de hierba y de flores.

En las desocupadas cuencas colocamos dos rosas.

Ahora todo es luminoso y rosáceo.

Desde hace tiempo sabíamos que pronto llegaría el verano, aunque el calendario aún no lo dijera.



-----------------------------------------




Estos días estamos intentando reunir traducciones al castellano de los poetas griegos Yannis Ritsos y Odiseas Elytis, éste último Premio Nobel de Literatura, y nueve veces propuesto al mismo Ritsos. Por esta circunstancia, aunque nada más fuera, habría de creerse que existieran bastantes libros traducidos a nuestro idioma. Eso y porque son dos poetas enormes. Pero en absoluto es así.

Tanto de uno como de otro conservamos en casa algunas antologías de edición ya antigua y de traducción no muy excelente, sobre todo las de Elytis. De Yannis Ritsos, que a mi me gusta más que Elytis, guardo también un muy preciado libro. Aquel en el que le descubrí durante mi primer viaje a Grecia, cuando tenía creo que diecinueve años, y que feché señalando el lugar donde lo rubricaba: Atenas, porque para mí aquel viaje, el primer gran viaje, reunía muchas de las condiciones de los mitos. Curiosamente este libro, comprado en Atenas, es una edición que traduce “Sonata a la luz de la luna” –la gran obra de madurez de Ritsos- al francés. Fue desde donde más tarde, apoyada en esa traducción, vertí un par de poemas de Ritsos al castellano para una pequeña y, por supuesto, efímera revista literaria universitaria, en cuya edición colaboraba, y que se llamó “Glaukopis”.

Quiero decir con ésto que mi admiración por Ritsos viene de antiguo. He mantenido mucho tiempo su lectura en base a una “Antología” de su poesía editada entre 1936 y 1971, que publicó Plaza y Janés en 1979 (aunque yo tengo fechado el libro en 1978; tendré que indagar en esta misteriosa circunstancia) y algunas otras cosas sueltas, no mucho más. Aunque tengo que agradecer la lectura de unas hermosísimas traducciones de “Las 18 canciones de la patria amarga” que Rafa Lobarte hizo para El Cronista de la Red.

Así que ahora estoy especialmente contenta porque en pocos meses hemos conseguido tres nuevos libros de Ritsos: el que incluye los poemarios Paréntesis y Testimonios I, que ha publicado Icaria, y que compré este invierno, y más recientemente “Sueño de un mediodía de verano”, en Fondo de Cultura Económica, y “Fedra” (Acantilado), que nos han ayudado a localizar Eva y Félix de Los Portadores de Sueños. Los dos poemas que habéis leído pertenecen a “Sueño de un mediodía de verano”, que me ha parecido un poemario de recóndito reconocimiento entre el yo y el mundo.

Creo que merece la pena glosar brevemente la figura de Yannis Ritsos.

Yannis Ritsos nació en Monemvassia, en la costa este del Peloponeso griego, el 1 de mayo de 1909 y murió en Atenas en 1990. Pertenecía a una acomodada familia de terratenientes, venida a menos. La infancia de Ritsos está marcada por este declive económico y por la desgracia familiar que supone la muerte de su madre y de su hermano mayor, además del posterior internamiento de su padre, y más tarde de su hermana, por sus problemas mentales. La decadencia económica de la familia le lleva a desempeñar los más variados oficios: mecanógrafo, copiador de documentos legales, bailarín, actor, corrector de estilo, periodista.

A estas vicisitudes, el poeta debe sumar su propia precaria salud, ya que sufre tuberculosis durante dos periodos de su vida, y posteriormente hubo de combatir contra el cáncer. A consecuencia de la tuberculosis pasó un periodo internado en un sanatorio, y a la salida del mismo, en 1931, se afilió al Partido Comunista. Su compromiso político y social caminará ya siempre en paralelo a su dedicación literaria y poética, en absoluta simbiosis. Sus dos primeros libros, “Tractor” (1934) y “Pirámides” (1935) aúnan la esperanza en la fe en el futuro y la utopía con una desesperanza personal muy profunda.


En 1936 publica “Epitafio”, donde da formas nuevas a la expresión popular griega. Se trata de un largo poema que canta el dolor de una madre y los sentimientos del pueblo, provocados por las diez víctimas de la violenta represión de los mítines obreros de Salónica de aquel mismo año. Mucho más tarde, en 1960, los versos de Epitafio serían musicalizados por Mikis Theodorakis, y resultarán el detonante de la revolución cultural griega. Sin embargo, en el momento de su publicación “Epitafio” fue perseguido y sufrió la pública quema de ejemplares, debido al clima de represión del régimen dictatorial de Metaxas. Ritsos hubo de refugiarse en una creación de signo onírico y surrealista, por la que canalizar la angustia personal: “Canción de mi hermana” (1937), “Sinfonía de primavera” (1938).

En los años siguientes sigue publicando: “Vigilia” (1941-53), “Vieja mazurca a ritmo de lluvia” (1942), “La dama de los viñedos” (1945-47), “Distritos del mundo (1949-1951) y Romiossini (1954). “Distritos del mundo” da cuenta de los horrores vividos en Grecia con motivo de la guerrra civil. En ese periodo Ritsos fue confinado durante cinco años (los dos últimos de la guerra civil y los tres primeros del gobierno supuestamente democrático de Papagos) en campos de concentración en Limnos, Efstratios, Ayios y Macronissos.

En 1954, Ritsos se casa con Falitsa Yeorgiadis, con quien tiene una hija un año más tarde, a la que llamaron Elefcería, o sea Libertad. Falitsa será el principal sostén económico de la familia hasta la década de los setenta, cuando Yannis Ritsos empieza a ser reconocido internacionalmente en su labor poética.

En 1956 publica “Sonata a la luz de la luna”, su gran obra de madurez, por la que recibe el Premio Nacional de Poesía. Después sigue publicando “Cuando viene el extraño”, “La vieja mujer y el mar” y “La casa muerta” (1959-1962), donde utiliza largos monólogos inspirados por la mitología y las tragedias clásicas. Es una época de gran creatividad, pero de enorme desgracia personal pues la Junta militar griega de la Dictadura de los Coroneles lo deporta a Yaros y Leros. Su quebrantada salud obliga a ingresarlo en un hospital de Atenas, y luego la Junta lo mantendrá confinado en arresto domiciliario en Samos. Ello no impide que Ritsos publique Perséfone (1965-1970), Agamennon, Ismene, Ajax, Chrysothemis, etc.

Durante los años siguientes Yannis Ritsos añadirá a su rica producción poética la publicación de novelas, unidas bajo el título común de “Iconostasio de los Santos Anónimos” (1983-85). Su último libro fue “Tarde en la noche” (1987-1989), que destila tristeza, conciencia de pérdida, pero también una gran esperanza en la creatividad y en la vida.






12 comentarios:

Isabel Barceló Chico dijo...

Preciosos esos poemas, con esa gracia angelical de la inocencia en el mundo de la infancia, tan lejano a la realidad adulta. Y tan distante de la propia experiencia del autor, cuyas notas biográficas que has incluido resultan dolorosas y reveladoras. Besos, querida luisa.

ybris dijo...

Mi deseo de leer detenidamente a Ritsos y a Elytis siempre ha tropezado con la falta de versiones bilingües asequibles de sus obras.
Tengo la manía -en la medida de lo posible y a poco que tenga una idea del idioma original- de tener siempre el original a la vista.
De todos modos me encanta tener la oportunidad de leer los que traes hoy. No los conocía y son preciosos.
A ver si encuentro algo el miércoles en la Feria del libro y me desquito.

Besos.

Anónimo dijo...

Preciosos poemas. No conocía a este poeta; gracias por darnos a conocer a poetas de otros lugares a quienes, como yo, vamos algo 'justitos' en cuanto a poesía.
Un abrazo

entrenomadas dijo...

Qué preciosidad. Siempre me han gustado mucho, en especial Elytis.
Lo que me faltaba hoy era algo mediterráneo. Ufff, que seco está todo esto.
Besos de lunes

Chalá perdía dijo...

No conocia a tu poeta de hoy, la muestra me ha gustado mucho. Un ejemplo de lo que decíamos ayer: las palabras pueden ser hermosas, mágicas pero sobre todo han de buscar la mayor sencillez. El secreto es colocarlas en el orden preciso...y no es nada fácil aunque todas están ahí a nuestro alcance.¿cómo sonará en griego?, más curiosidad.

Anónimo dijo...

Yo tampoco lo conocía (cosa que no es extraña, ya sabes) y me ha gustado mucho lo que has traído aquí.
Leyendo lo que nos cuentas de su vida pienso en la de zancadillas que han de sortear algunos para ser felices...

Luisamiñana dijo...

El libro del que proceden los poemas, Isabel, es un canto a la vida. Yo creo que Ritsos luchó siempre por mantenerse optimista, a pesar de que todo le llevaba a la tristeza. Por eso he querido ponerlos, me ha parecido un libro sorprendente. Un beso.

----------

Ybris, es ciertamente un problema la falta de versiones bilingües de los poetas griegos. En general de casi todos los poetas extranjeros. Pero con los griegos es flagrante. Desgraciadamente de los libros que cito sólo uno incluye el original: Fedra (Acantilado). Aprovecha, pues. Besotes.

---------------

Alfredo, así intercambiamos información. Tú proporcionas mucha, rica y variada en torno al cine. Yo aprendo mucho en tu blog. Si correspono un poquito, me alegro. Un beso.
------------



Elytis me gusta, Marta, pero creo que prefiero la melancolía ritsoniana;) Ese lado un poco saturniano que siempre encierra el equilibrio griego. Ay, el Mediterráneo y lo mediterráneo: lo entiendo como propio. Besos, besos.

---------------



MM, en griego -y aunque no he podido leerlo mucho en su idioma- suena magnífico. El griego es un idioma bellísimo. Fernando puso en Crrepusculario también algo de Ritsos hace poco. Un poema de Parentésis, creo. También muy hermoso. Y si, la sencillez: es muy dificil, ¿eh? Besos, prenda.

---------------------

Inma, elegí los poemas porque el libro me ha parecido sorprendente y fascinador. Precisamente porque parece mentira poder comulgar tanto con la tierra y el tiempo, cuando uno está bastante jorobadito. Como quería poner la glosa, me pareció que el contraste era idóneo. Me alegro de que te hayan gustado. Besote.

Anónimo dijo...

Que npreciosos poemas, Luisa. A mi me fascina Odiseas Elytis, a Ritsos no lo he leido ¿es el de la foto? que interesante personalidad tiene.

Luisamiñana dijo...

¡Magda! Bienvenida. He leído tu post sobre Budapest. Estuvimos hace unos años. Una ciudad impresionante y muy acogedora. me gusto mucho, mucho a mi también.

Elytis me gusta, pero me gusta más Ritsos. Ya sabes, cuestiones de cada uno. Te lo recomiendo. Y sí, la foto denota una gran personalidad. Tuvo que tenerla para bregar con una vida tan azarosa.

Besos.

Anónimo dijo...

Quizás te interese esta web sobre Metaxas...

Anónimo dijo...

Para encontrar qué hay traducido al castellano de cualquier autor griego se puede consultar (en griego o en inglés) la página del Centro Nacional del Libro de Grecia (ethniko kentro vivliou)en el apartado de libros griegos traducidos (metafrasmena ellinika vivlia). En el mismo sitio hay un apartado que ofrece un dossier sobre el libro griego en España; pero allí falta mucha información y la que hay a menudo está equivocada. Casi toda la poesía de O. Elytis está traducida ya al castellano. Podéis consultar una bibliografía en un libro recién editado: LAS ERRES DEL AMOR. Es mucho más sencillo que los otros libros de Elytis; tanto que me atrevo a suponer que gustará más a las que preferís a Ritsos. Está editado por una pequeña editorial cántabra; por lo que quizá no lo encontréis fácilmente en vuestra ciudad. Os doy al mismo tiempo su nombre y su dirección electrónica: lamiradacreadora@ono.com y una muestra mínima:

Principio verde del mundo
y amor mío marino
Tu hilo poco a poco
canto y desovillo

Termino con un detalle bibliográfico que falta: la María Nefeli en traducción de J. Antonio Moreno Jurado, está publicada en Hiperión.

Anónimo dijo...

Gracias por los poemas y las noticias sobre la vida de Ritsos.
En Icaria ha salido la continuación del libro que has comprado este invierno: "Testimonios II y III" En algunos poemas se detiene con tanta delectación en el cuerpo masculino que me pregunto cuáles eran sus inclinaciones sexuales. ¿Sabéis algo al respecto?
Os copio uno así:

ACRÓBATA

Musculoso, bien formado. Ninguna figura geométrica/es extraña a su cuerpo. Se dobla para atrás/
hace un círculo, saca la cabeza/
entre las piernas: su rostro/
sonríe junto a sus zapatos. Brinca,/se coge los tobillos en el aire, se queda así/ dos o tres minutos, y repite. En tensión perpetua,/ sus miembros parecen desnudos.Su color varía/desde el rosa al púrpura oscuro - color/ básico, carnal-: tapa las posturas;/ no se nota su hazaña, desnudo del todo. Solo/cuando se queda quieto de pie, llora./Entonces aplaudimos, gritamos, nos vamos./Las luces menguan en el pasillo. Se apagan.