viernes, 6 de julio de 2007

Oda a un Ruiseñor






El poema “Espejismo” que Ybris nos regaló a sus lectores el otro día, como hace siempre tan generosamente y con tanta sabiduría, trajo a mi memoria, no sé muy exactamente por qué, la famosísima “Oda al Ruiseñor” de John Keats. De Keats ya hablamos aquí hace poco, en concreto del poema elegíaco “Adonais” que Shelley compuso con motivo de su muerte a los 24 años, víctima de la tuberculosis, una enfermedad que acabó con una buena parte de la familia del poeta romántico inglés.

Para quien quiera conocer algunos datos biográficos y bibliográficos anoto que se pueden encontrar en la página promocionada por Amazon: John-Keats.com. En castellano, está bastante completa la biografía de Wikipedia. Y las obras de Keats se encuentran en Bartleby.com . Dejo así los enlaces para no hacer muy largo el post y porque no tiene sentido reeescribir lo que se puede encontrar bastante bien hecho en otro sitio.


Tal vez otro día hablemos un poco más de Keats, de su obra magnífica (todavía más si se piensa en el corto tiempo en el que fue escrita). Centrémonos ahora en la "Oda a un Ruiseñor", según la traducción al castellano que realizó, hace ya unos años Rafael Lobarte, y que apareció en el número- versión 1.0 de El Cronista de la Red, donde podéis leer también “Oda a una Urna Griega” y “Oda al Otoño”, igualmente traducidas por Rafa Lobarte.




Me duele el corazón y un pesado letargo
aflige a mis sentidos, tal si hubiera bebido
cicuta o apurado un opiato hace sólo
un instante y me hubiera sumido en el Leteo:
y esto no es porque tenga envidia de tu suerte,
sino porque feliz me siento con tu dicha
cuando, ligera dríade alada de los árboles,
en algún melodioso lugar de verdes hayas
e innumerables sombras
brota en el estío tu canto enajenado.



¡Oh, si un trago de vino largo tiempo enfriado
en las profundas cuevas de la tierra
que supiera a Flora y a la verde campiña,
canciones provenzales, sol, danza y regocijo;
oh, si una copa de caliente sur,
llena de la mismísima, ruborosa Hipocrene,
ensartadas burbujas titilando en los bordes,
purpúrea la boca: si pudiera beber
y abandonar el mundo inadvertido
y junto a ti perderme por el oscuro bosque!



Perderme a lo lejos, deshacerme, olvidar
que entre las hojas tú nunca has conocido
la inquietud, el cansancio y la fiebre
aquí, donde los hombres tan sólo se lamentan
y tiemblan de parálisis postreras, tristes canas,
donde crecen los jóvenes como espectros y mueren,
donde aun el pensamiento se llena de tristeza
y de desesperanzas, donde ni la Belleza
puede salvaguardar sus luminosos ojos
por los que el nuevo amor perece sin mañana.



¡Lejos! ¡Muy lejos! He de volar hacia ti.
No me conducirán leopardos de Baco
sino unas invisibles y poéticas alas;
aunque torpe y confusa se retrase mi mente:
¡ya estoy contigo! Suave es la noche
y tal vez en su trono aparezca la luna
circundada de mágicas estrellas.
Pero aquí no hay luz, salvo la que acompaña
desde el cielo el soplo de la brisa cruzando
el oscuro verdor y veredas de musgo.



No puedo ver qué flores hay a mis pies
ni el blando incienso suspendido en las ramas,
pero en la embalsamada oscuridad presiento
cada uno de los dones con los que la estación
dota a la hierba, los árboles silvestres, la espesura:
pastoril eglantina y blanco espino,
violetas marcesibles recubiertas de hojas
y el primer nuevo brote de mediados de mayo,
la rosa del almizcle rociada de vino,
morada rumorosa de moscas en verano.



A oscuras escucho. Y en más de una ocasión
he amado el alivio que depara la muerte
invocándola con ternura en versos meditados
para que disipara en el aire mi aliento.
Ahora más que nunca morir parece dulce,
dejar de existir sin pena a medianoche
¡mientras se te derrama afuera el alma
en semejante éxtasis! Seguiría tu canto
y te habría escuchado yo en vano:
a tu requiem conviene un pedazo de tierra.



¡No conoces la muerte, Pájaro inmortal!
No te hollará caído generación hambrienta.
La voz que ahora escucho mientras pasa la noche
fue oída en otros tiempos por reyes y bufones;
tal vez fuera este mismo canto el que una senda
encontró en el triste corazón de Ruth, cuando
enferma de añoranza, se sumía en el llanto
rodeada de trigos extranjeros,
la misma que otras veces ha encantado mágicas
ventanas que se abren a peligrosos mares
en prodigiosas tierras ya olvidadas.



¡Olvidadas! El mismo tañer de esta palabra
me devuelve, ya lejos de ti, a mi soledad.
¡Adiós! La Fantasía no consigue engañarnos
tanto, duende falaz, como dice la fama.
¡Adiós! Tu lastimero himno se desvanece
al pasar por los prados vecinos, el tranquilo
arroyo y la colina; ahora es enterrado
en los calveros del cercano valle.
¿He soñado despierto o ha sido una visión?
Ha volado la música. ¿Estoy despierto o duermo?




Isabel Barceló, la autora del estupendo e interesante blog Mujeres de Roma, por el que andamos engachados a las aventuras de la reina Dido, y conocedora expertísima de la Roma antigua y moderna, me manda, entre otras, esta foto de la tumba de John Keats en el Cementerio de los no-católicos de Roma. Como es bien sabido, la tumba de Keats es un lugar de peregrinación y culto para los amantes de la poesía.

14 comentarios:

Isabel Barceló Chico dijo...

Un poeta extraordinario. ¿A dónde habría llegado de no haber muerto tan joven? Su tumba en Roma es el lugar romántico por excelencia, aquel al que acuden los poetas a rendirle homenaje y leer sus versos en silencio. Y está en ese jardín donde seguramente cantaría su ruiseñor.
Si quieres colgar una foto de su tumba para acompañar este poema, escríbeme a ibarchico@hotmail.com y te la mando enseguida (de tomada por mí, pero está bien). Saludos cordiales.

entrenomadas dijo...

Me viene muy bien este post. Una amiga mía adora a Keats, le digo que te visite Ya, se lo va a pasar en grande.
El poema es precioso.
Buen fin de semana.
Besos

Anónimo dijo...

Esta “Oda al Ruiseñor” de John Keats es preciosa, Luisa. Tiene tantas imágenes como significados cargados de nostalgia y melancolía. Buena traducción.

Un abrazo para ti.

Chalá perdía dijo...

Portentoso talento tenía...incomparable.

Isabel Barceló Chico dijo...

Aunque en la fotografía se lee aceptablemente la letra grande, conviene decir que la tumba se identifica con el título "un joven poeta inglés" y, abajo de todo, el epitafio que el propio poeta había redactado: "Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito en el agua".
Besos, luisa, y gracias por incluir el enlace´.

Luisamiñana dijo...

Colgada la foto, Isabel, y muchas gracias. El lugar donde Keats descansa es un sitio realmente hermoso.

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Si, Marta, es hermosísimo el poema. Leemos poco actualmente a los románticos, creo. Y sin embargo hay un montón de buena tradición contenida en ellos. Keats era un portento literario.
Besos.

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Me alegra, Magda, que te guste la traducción. Rafael Lobarte creo que es un traductor magnífico y ha trabajado mucho los textos de Keats y Shelley. No ha publicado sino las cosas de El Cronista. Aunque pronto creo que le pondremos remedio a eso. Un beso.


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Tienes, MM, una percepción finísima y acertada de las cosas buenas, lo sé. La Oda al Ruiseñor es uno de esos poemas sin los que la historia de la poesía no puede prescindir.

Besotes.

Luisamiñana dijo...

Luego arregló éso, Isabel. Aunque a lo mejor con un comentario un poco más extenso. No me he entretenido ahora en ello porque estoy dudando en cómo hacerlo.
Gracias de nuevo a ti.
Besos.

Anónimo dijo...

Me uno a esa reinvindicación de los románticos... Y pensar que murió con sólo 24 añitos...
Precioso poema
Abrazos

Anónimo dijo...

vengo del blog del "grandote" y no sé con que poema quedarme... :P

tengo algo de keats en original pero realmente se me escapa. estoy con magda, muy buena traducción.

besico guapa.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Luisamiñana dijo...

Alfredo, sin duda, entre otras, queda pendiente esta reivindicación de los románticos, tan decisivos, desde el punto de vista de los temas poéticos y del desarrollo del discurso, en muchos de los poetas de la generación del 27.

Me alegro de que el poema te haya gustado.

¿vienes al bloguellón el jueves?

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El grandote, Jio, no para. Y me da mucha alegría que te gusten los poemas y no puedas elegir, je, je...
Keats es un portentoso poeta. Creo que necesita lecturas pausadas, tranquilas y reiteradas. No es fácil. Yo creo que la traducción de Rafa Lobarte es buena, realmente. Le ha dedicado mucho tiempo a Keats y Shelley. Y por eso me satisface que personas como vosotros mostreis vuestro aprecio a ese trabajo. Gracias, pues.
Besotes.

Anónimo dijo...

Bonito el poema,si señora.
¿Morir con 24 años?, desolador. Este universo de los románticos es un mundo creo yo.
Precioso ese epitafio que apunta Isabel.
Cuanto me enseñas maña!

Luisamiñana dijo...

Me gustaría hacer algo más tranquilamente sobre el epitafio de la tumba de Keats. Por eso ya no me he extendido en él. A ver.
Me parece que el universo romántico, como bien dices, está actualmente bastante olvidado. Pero contiene un buen puñado de lugares filósoficos, éticos y literarios que subsisten, en medio de este tráfago actual de cosas. Com subsisten las cosas esenciales siempre.
Besotes, maja.

Sunyata dijo...

Jiddu Krishnamurti y la Poesía.

Año 1959, Kashmir.

A principios de 1959 se decidió que Krishnaji no regresara a Ojai, sino que pasara su segundo año en la India. Había estado en el país desde el otoño de 1957 y no habría de regresar a Europa hasta la primavera de 1960. Fue el período más largo que permaneció en la India desde que dejó el país siendo un muchacho.

En las oscuras noches sin luna, solíamos salir a contemplar las estrellas y las lejanas tinieblas del espacio. El acostumbraba señalar las distintas constelaciones. Hablaba del viaje por el espacio exterior; y también del peregrinaje interno como el descubrimiento de lo infinito. Pero una mente mezquina no podía embarcarse en esta peregrinación a la eternidad.

Cada atardecer era una bendición.

En la noche, después de una temprana cena bajo la luz del petromax(1), él solía recitar poesía de Keats del Tesoro Dorado. Su favorita era la “Oda al Ruiseñor”. Por las noches hacía frío y quemábamos leña y piñas secas en la chimenea abierta. Ocasionalmente, solía cantar en sánscrito. Los sonidos de su voz profunda llenaban la estancia y resonaban a través de los arrozales, llegando hasta más allá de las nieves. El escuchar y el ver florecían en su prístina presencia.

Krishnaji me contó que en uno de sus paseos se había encontrado con un grupo de monjes caminando en presencia de las cumbres coronadas de nieve. Estaban atravesando los brillantes campos de arroz, y los altísimos picos nevados ardían con el sol poniente. En la percepción de lo inmenso estaba la esencia de la divinidad. Sin embargo, los monjes caminaban con los ojos entrecerrados y fijos en el suelo delante de sus pies, totalmente ignorantes de la gloria que los rodeaba. Por silenciosas que quedaran sus mentes -dijo Krishnaji- ése sería el silencio de lo limitado, de los espacios pequeños, y dentro de esos espacios no tenía cabida el vasto universo en expansión.

(1)Petromax: antes de que se introdujera la electricidad en la India, para producir una luz brillante se utilizaban lámparas alimentadas con kerosene, que tenían unas mechas especiales y una bomba. El petromax se usa todavía en las procesiones nocturnas de los casamientos.

Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar. Editorial Kier.

http://seaunaluzparaustedmismo.blogspot.com/search/label/Jiddu%20Krishnamurti%20y%20la%20Poesía.