miércoles, 29 de agosto de 2007

Cada cual tiene sus penumbras de verano

"Terraza" (Ramón Casas, 1889)

Fernando Sarría dejó un comentario en el post anterior sobre las penumbras estivales que, a lo largo del día de hoy, se ha convertido en un poema. Ambos queremos que este poema acompañe aquí a lo escrito ayer. Cada cual tiene sus penumbras de verano.


Resguarda la tarde sus silencios
y en su abanico el aire se acomoda.
Cercados por el canto de las cigarras,
tú y yo sin mirarnos buscamos otros paisajes, otros tiempos,
cuando la penumbra era un bien necesario
y las baldosas mojadas
refrescaban la obligatoria siesta del estío.
Veranos en el campo y en el pueblo,
en los que el sol reinaba con su ácido limón
y eran eternas las horas.
Niños,
aprovechábamos los descuidos de los mayores para huir a la plaza,
bajo los soportales de piedra jugábamos al gua,
a la raya y a los montones
y sólo volvíamos a casa en el momento de la merienda...
pan con vino y con azúcar...
aquellas olivas negras y el chocolate Luik...
Quizá sea un sueño del verano y de mi infancia.


(Un inciso: no sé por qué la ventana de comentarios no muestra el botón de publicar; por eso no he podido responder a los comentarios de ayer: disculpas).

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Me suena este chico, un chaval joven que está empezando y tal...
Hermoso poema, como todos los de Fernando.
Besos

Luisamiñana dijo...

Sí, sí...suena, suena.
Qué bien que te guste el poema.
Y qué bien que pueda poner alguna respuesta, parece que hoy sí que funciona ésto.
Besos ribereños ya.

ybris dijo...

A mí se me había ocurrido algo parecido a esto:

Cantaría a la luz si a veces fuera
un poco más discreta de lo que es,
si respetara las reservas lícitas
de todo lo que quiere mantenerse escondido,
si supiera guardar la intimidad
que siempre le pedimos a la sombra.
Quizás debiera haber un sol oscuro
que al salir extendiera la negrura
en la paz de los ojos doloridos
como un sabio descanso merecido
que al incidir en cuerpos predispuestos
dejara en el suelo un luminoso rastro
donde sólo se viera
la parte más amable que elegimos.

Pero me callaré tras el comentario de Fernando y sus insustituibles recuerdos.

Besos.

Luisamiñana dijo...

Es verdad, la luz es hermosa y exigente. Por eso quizás no ayuda al reposo. Además, a menudo, es demasiado "alcahueta". La penumbra es más generosa, acaso. Más acogedora, muchas veces. Un sol oscuro estaría bien para cuando uno no soporta demasiado la realidad.
Besos en el viento (Zaragoza hoy pertence al cierzo).

Anónimo dijo...

Magnífico. Evocador si.
Yo también opino que la penumbra es generosa, nos deja soñár, nos adormece..
Ah, sois la pera los dos!!
(Eolo también sopla por la montañica. Mañana para Ziercity)
Besos mil.

Luisamiñana dijo...

¡A casa, pues!
Sí, la penumbra es generosa con nuestros ojos. Pero, claro, yo siempre me refiero a la penumbra que resguarda de la luz atronadora. Porque también me gusta saber que esa luz esta ahí. El invierno me arruga mucho.
Hoy os vais a encontrar mejor día que ayer, Inma. Besos regresados.

Chalá perdía dijo...

Sonrío, recuerdos que comparto; serán posiblemente los pueblos del sur los más amigos de las penumbras y las siestas disminuidas de luz, de actividad, de volumen (sonoro).
Y las meriendas, sin aceitunas y con aceite en el pan...
Todo ello resumido en un poema.

Luisamiñana dijo...

MM, estos recuerdos que todos tenemos, abrigados por las penumbras de ahora y de siempre (parezco un anuncio, ja, ja). Besos, besos.