Sombrero blanco de ala ancha y corta pluma. Chaqueta sureña y camisa azul celeste. Genuinamente americano. Pálido. Imperturbable. Mudo. Sin voz. De perfil, inamovible, inmutable. Ni una sola mirada al público. Ni siquiera preguntar en dónde estaba. Ni un solo gesto. Versiones, casi “perfomances” de las canciones que todo el mundo hubiera podido cantar y casi ni reconoció. Quien le haya amado, le amará siempre, ya se sabe. Quien fue tibio con Bob Dylan, procurará comprar los viejos discos y disfrutará. La banda, superior. La banda, rock & blues & country a ratos sonando bajo el vuelo en off de los aviones. El escenario, demasiado grande y la explanada de alquitrán de la Feria de Muestras de Zaragoza heavy, pero fea y grande también. Excepto en las primeras filas, todo el mundo hablaba, tomaba cerveza y hacía fila para ir al baño. Los autobuses de regreso comenzaron a salir antes de que finalizara el concierto-no. Fue así.
7 comentarios:
Que pena hija, que lástima de oportunidad de ser grande hasta el final.
¿Un mal día o es ya el hastío de tantos conciertos?..de todo un poco supongo.
Como no pude ir me mantendré en sus viejas versiones, si.
Ha tenido que ser un buen concierto, ¡Qué mal lo de los autobuses!
Con todo, se ve que fue una bonita experiencia.
Besos.
Rosa.
Hola. Te invitamos a visitar nuestra revista sobre cine y literatura. Un saludo.
Los más grandes lo son en todo. También cuando son rancios son los más rancios...
Besos
Nadie se ha atrevido a decirlo
Manuel Vilas lo ha contado hoy en Heraldo de Aragón con mucha más energía y contundencia.
(Aparte de mejor escrito, claro). Si podéis, leer esa columna y todas las que está escribiendo Vilas sobre la Expo en Heraldo: sin desperdicio.
¡Qué bien contado!
Tendré que leer a Vilas.
Besos.
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