viernes, 5 de diciembre de 2008

Epipsychidion por Rafa Lobarte



Compré el otro día en lAntígona tres ejemplares del Epipsychidion, de Percy B. Shelley, recientemente publicado por Visor, con traducción y edición de Rafael Lobarte. Todos son para regalar y uno de ellos se lo entregué allí mismo, en la casa de Pepito, a Marta Navarro, que ya tiene en las librerías sus “Ocho islas y un invierno”. Pepito cogía una y otra vez el Epipsychidion, cuya traducción tantos años ha estado sobre la mesa de trabajo de Rafa Lobarte: qué bien ha quedado el motivo del dragón de la portada, qué chula la edición, ¡y este título…! he pedido un buen montón de libros… Fernando Sarría le dijo el otro día a Pepito que era el último librero “a la antigua usanza” que permanecía en Zaragoza. Y puede que sea verdad. Un libro como el Epipsychidion se sentirá bien en Antígona. Y yo me alegré mucho de la alegría del librero, apasionado de la literatura como sé que es, porque esta traducción, que ya leí hace años escrita a máquina, que no en ordenador, siempre me ha parecido una joya y siempre creí firmemente que debía ser publicada.


Rafa Lobarte es poeta y traductor de alta escuela, como habréis podido ya comprobar quienes hayáis leído sus traducciones en El Cronista de la Red. Como diría también Fernando Sarría, Rafa Lobarte es un alhaquín del lenguaje, de las imágenes, de los ritmos. Le apasiona la métrica y la conoce bien. Y eso me parece fundamental a la hora de traducir poesía, puesto que traducir poesía es realmente, como todo el mundo sabe, rehacer el poema de tal manera que, aun resultando otro, el nuevo texto sea, sin embargo, para el idioma al que se traduce lo mismo que el original es para el suyo: en discurso, ritmo y musicalidad. Esta traducción al castellano del Epipsychidion shelleyano cumple sobradamente esta difícil condición:




¿A qué me he atrevido? ¿A dónde he sido alzado
que sin morir descienda? Bien conozco
que todo iguala Amor; mi propio pecho
confirma esta verdad jubilosa. El gusano
que habita debajo de la hierba, por medio
del culto y el amor, con Dios se funde.

¡Esposa! ¡Hermana! ¡Ángel! ¡Piloto de un destino
cuyo curso ha estado desprovisto de estrellas!
¡Oh, tan tarde amada! ¡Oh, tan pronto adorada
por mí! Pues en los campos de la inmortalidad
mi espíritu debió de venerar al tuyo
tal divina presencia en un lugar divino
o avanzar a su lado en esta tierra,
sombra de su substancia, desde su nacimiento.
Pero no como ahora, te amo y siento
que en mi corazón han colocado un sello
que sus aguas mantiene muy puras y brillantes
para ti, que te alegras con sus lágrimas.
¿No somos como dos notas de música
una a otra acordada aunque dispares?
Así ocurre en el caso de los más exquisitos
sonidos que vibrar hacen las almas
como brisa constante unas trémulas hojas.




Además de la traducción, la edición de Rafa Lobarte para Visor incorpora un sustancioso prólogo que fija tanto las principales líneas de pensamiento de la obra de Shelley en general, su inserción en los movimientos filosóficos y políticos del periodo romántico, su consideración de la poesía como forma absoluta de conocimiento, como el análisis lírico, estructural y métrico de Epipsychidion. Extraigo algunos párrafos:



“"Epipsychidion" está reconocido como uno de los trabajos más significativos dentro de la producción lírica de Shelley. Se trata de un poema de cierta extensión pues alcanza los 604 versos; fue compuesto en Pisa durante los meses de enero y febrero de 1821 y publicado sin que apareciera el nombre de su autor en el verano de ese mismo año en Londres. Mary Shelley lo incluyó póstumamente en la edición de los “Poeticals Works” de su esposo en 1839. En relación con él se conservan tres versiones distintas del texto introductorio y fragmentos desechados finalmente por el poeta, alguno de los cuales como veremos presenta cierto interés.


En cuanto al significado del título, mucho se ha debatido al respecto, ya que el helenista Shelley forjó un neologismo que no termina de ser comprendido por los estudiosos. Dos son las teorías más plausibles: la primera lo interpreta como “Canto del alma”, y la segunda como “Un alma nacida del alma”.


Escrito a la par que “A Defence of Poetry”, en “Epipsychidion” queda materializada la concepción sobre la poesía que su autor formuló de modo teórico en dicho ensayo, el cual ha sido proclamado por la crítica inglesa como la más exaltada celebración de la poesía jamás escrita.


Para P. B. Shelley la poesía tiene como objeto, utilizando como instrumento preferente la imaginación, aspirar al bien moral. El bien moral o placer, como también denomina a dicha aspiración, se obtiene de un modo paradójico, pues en ocasiones se logra a través de medios conectados con el dolor, la pena, el temor, la angustia, la desesperación, la melancolía…; en otras, a través de modos más gratificantes: el éxtasis que produce la admiración de la naturaleza, el goce existente en la percepción o creación de poesía, o el deleite que procura la amistad y, por supuesto, el amor.”



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“El pretexto inmediato para la composición de esta obra fue el encuentro con la condesa Teresa Vivani (la Emily del poema), joven italiana que había sido encerrada en un convento por su padre Nicolò Vivani, gobernador de Pisa, al negarse a contraer un matrimonio concertado. Tanto Shelley como su esposa Mary sintieron un interés inusitado por la suerte de la muchacha, que en el caso de aquel desembocó en la conciencia de haber encontrado al fin el verdadero amor. No obstante, al cabo de no mucho tiempo llegaría el desengaño.”


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“Escritor preferido por grandes poetas de lengua inglesa como Robert Browning o W.B Yeats, aunque no tan apreciado por críticos conservadores de innegable prestigio como F. R. Leavis o T.S. Eliot, Shelley consiguió en el momento en que era más consciente de su tarea y en la plenitud de su creatividad, ofrecernos en “Epipsychidion” uno de los poemas más intensos, hondos y sinceros (quizás debido a su carácter autobiográfico), de la tradición literaria europea, equiparable en su brillantez y significación a los poemas de San Juan de la Cruz o a los sonetos de Petrarca, Shakespeare o Camões.”

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Shelley es maravilloso, indemne al tiempo y a las modas... Uno de los grandes. Leer su poesía sigue conmoviendo los corazones siglos después. Excelente entrada y un placer leerte Luisa, un abrazo.

Lamia dijo...

Pero niña, ¡cuánto sabes! Siempre me sorprende.

Isabel Mercadé dijo...

Muchas gracias por la estupenda entrada, Luisa, por esa interesante reseña y la amplia información. Me has hecho recordar también la peli "remando al viento" y el buen retrato que de ellos hizo Gonzalo Suárez.
Un abrazo.

Isabel Barceló Chico dijo...

Shelley es, para mí, uno de los mayores poetas románticos. Seguí sus pasos en Roma, ciudad a la que está profundamente ligado, y me es imposible pensar en esta ciudad sin recordarlo a él. Tomo nota de esta traducción que, sin duda, será extraordinaria. Besos.

39escalones dijo...

Pues, como no puede ser de otra manera, todo lo relacionado con los Shelley y compañía me interesa. Así que me haré con él sin duda. Total, lo tengo al lado.
Besos.

Luisamiñana dijo...

Shelley forma parte de la mitología literaria de muchos. No ha sido fácil encontrar buenas traducciones al castellano ni de él ni de Keats. Esta lo es. Hay que aprovechar.
Abrazos a todos.

Anónimo dijo...

Qué lindo ver que se traduce al español a Shelley, sin duda un grande... Este libro es una suerte de autobiografía espiritual, ya que, como él le dijo a un amigo, 'en cuanto a carne y hueso, sabes que yo no trabajo con esos materiales'... :) Así pues, el texto debe leerse como una biografía idealizada, una memoria emocional del poeta...