Quizás por primera vez (o no, quién sabe) esta mañana me he alegrado de no haber tenido tiempo de hacer algo.
Este par de palos paupérrimos, escuálidos, de astillosa apariencia son mi magnolio. Ha estado a punto de morir tres veces por lo menos. En tres ocasiones de su vida vegetal ha estado muy grave. De hecho, desde hace tres meses lo di por muerto y me despedí de él. Es más, oficié por él una especie de ceremonia para conjurar de una vez por todas el regreso de una energía positiva que parecía habernos abandonado a él y a mí: le di vueltas y vueltas, incrédula, lamentándome. Pensé que él había muerto llevándose un montón de miasmas grises y empachosas que me habían abrumado un poco durante el invierno. Mi magnolio, como en las leyendas y en las brujerías, había atraído el mal y se había sacrificado para que yo viera la luz:) -- dicho con elocuencia romántica.
También es verdad que yo pasé varios días sin darme cuenta del accidente sufrido por el sistema de riego, justo a su altura: mi magnolio estuvo muchos días sin agua.
Claro que yo no me había dado cuenta de ese accidente seguramente debido a las miasmas, a la niebla pesada alojada en mi cabeza.
En fin, a magnolio muerto, mimosa adquirida para sustituirlo (me gusta mucho el nuevo Verdicora de Pla-Za, y la encontré allí, magnífica en primavera, un poco cara, es verdad: las plantas han subido mucho de precio últimamente).
La puse en su pequeño recipiente sobre el gran contenedor del magnolio, bien regada. A la espera de tener un rato para extraerlo a él y plantarla a ella. Corté las ramas del magnolio todo lo que pude en vistas a facilitar la tarea final. Pero no he tenido tiempo de hacerlo todavía. El tiempo (o su falta) me ha impuesto la paciencia.
Y véte aquí,
Resurrección. A mi magnolio le han salido unas hojas verdes y chulísimas. Le han salido desde esas ramas asprosas, tan amarillentas por dentro que ni imaginar podía yo la posibilidad de que este campeón arboricora aún tuviera ni un hilo de savia ascendiendo y desciendo por sus circulos leñosos.
¡Mi magnolio vive!
Pero como el viburno sí que se ha muerto (ése sí), plantaré a la mimosa en su lugar. Al viburno, pobre, no le tenía tanto aprecio. Y despejar, algo ha despejado.
18 comentarios:
Me alegro muchísimo de esa resurrección. Y es la tercera vez que digo hoy algo similar: parece que también la esperanza puede ser contagiosa...ojalá llegara a epidemia.
Un abrazo enorme, Luisa.
Ay, ay, ay....¿que tienen los magnolios que os embelesan tanto?...a parte de ser chulos, vaya.
El tuyo más que chulo..valiente. Ni los supervivientes de la isla esa de la tele, si si.
Enhorabuena. Hay esperanza.
Besicos tormentosos.
PD Nos vemos el jueves ¿si?
Eso el la primavera...
La explosión de la vida!
:-))
pues sí, a una que le embelesan, y entusiasman las plantas como a una loca le parece precioso...
No te olvides de contarnos su primera flor... aunque sea dentro de meses....
y riégalo al pobre...¡¡no te olvides de él!!!
besos.
¡viva el magnolio! ¡qué hermosura, qué cosa más bella esas hojicas!
A mí me pasan esas sorpresas casi cada primavera en mi terraza abandonada, que no le hago ni caso y me llevo cada alegría...
Todas las primaveras pienso lo mismo al ver esos milagros: ¡qué cojones tiene la naturaleza!
Me alegro por el magnolio.
Lo siento por el viburno.
Larga vida a la mimosa.
Vigila la amenaza de tus miasmas y nieblas.
Besos.
A ver si todos renacemos a la esperanza y a la vida...será cuestión de proponérnoslo.Un besazo
Estas cosas son las que da gusto y alegría enseñar y comapartir, queridas y querido.
Besos magnoliosos para todos
Ojalá pudiéramos comportarnos como ese magnolio tuyo. Hasta las plantas nos enseñan. Besos
No lo dudes. Besos.
En mi mini casa siempre he echado de menos un pequeño espacio para tener plantas. Ayer tuve una mañana de vivero y me dio mucha envidia la gente a la que acompañaba, que se llevó sus planticas llenas de flores. Yo me limité a hacer fotos, un montón. Tratando de captar un poco de su magia.
Ay los viveros: son un lugar de perdición para mí, no sé contenerme. Ni en el vivero ni en la librería, ya lo he dicho más de una vez. Me contengo mejor en una "ropería" (¡y mira que hay tentaciones!), pero en vivero o librería... ¡patológico es lo mío!
Oye, qué buena idea, irse al vivero cámara en ristre... Como siempre voy con carro no había caído, pero puedo hacer más de una cosa a la vez, desde luego...
Besos
Siempre he pensado que si tengo un hijo lo llamaré Magnolio... Qué musicalidad de nombre, qué maravilla. Imagine all the people coreando "Magnolio Moreno"...
Besos.
¡Qué grande eres, A.M.!
(y alto, ¡hola!)
kss
Ese magnolio sí que es un superviviente :)
¿Y la alegría que da cuando ves aparecer esas hojitas?
Yo en materia de jardinería soy un auténtico desastre... las únicas plantas que me han sobrevivido son una del incienso (le tengo cariño porque la tengo desde pequeña), que la pobre también ha muerto y ha renacido lo suyo, y los cactus, que son capaces de soportar mi mala memoria y las largas temporadas de secano consecuencia de ésta. De hecho, tengo dos que dejé en lo alto de la azotea porque los di por muertos y después de un tiempo subo a la azotea y están mejor que todos los que dependen de mí. Ahí siguen, bien enormes y a su aire... eso da una idea de mis cualidades como florista :P
¡¡Larga vida a tu magnolio!!
Besos.
Rosa.
Lo de la crianza de las plantas no es fácil, Rosa. A menudo pensamos que con un poquillo de agua de vez en cuando... Pero su buen cuidado exige, como el de cualquier cosa viva, dedicación y un poco de conocimiento: es decir, nuestro tiempo. A mi también me pasa que a menudo no lo tengo. Y también me dan muchas sopresas, como el magnolio.
El clima, también ese esencial. Y eso tú lo tienes mejor que yo: esta ciudad en la que vivo es lo peor para las plantas.
Un beso.
Algo bueno tiene que traer la primavera, y lo que me queda claro es que nunca hay que dar nada por perdido, aunque quizá pueda decepcionarte que su "presunta muerte", al final no fuera un sacrificio.
Espero que el magnolio y la mimosa formen una pareja feliz.
No sé por qué, me da pena del viburno, siempre me pongo del lado de los más desamparados.
Cuida tus plantas, yo soy una negada, se me dan fatal.
Un beso, Luisa.
No, Irene, no lamenté que no se hubiera producido el sacrificio del magnolio. Pegué saltos de alegría, cuando vi esas hojillas, auténticos saltos. Quiero a ese árbol.
Y el viburno, sí , pobre. Pero no ha salido bien del invierno, y éso que es su época: la salida de invierno. Pero llevaba ya un par de años malillo y al final, caput. En fin, la naturaleza (toda) es así.
Intento cuidar las plantas, aunque a menudo tengo remordimientos.
Un abrazo.
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