sábado, 29 de agosto de 2009

Festival de Poesía Moncayo


Esta pequeña, sentada en mitad del pasillo de la iglesia del Monasterio de Veruela, asistía ayer por la tarde, junto a otros muchos espectadores, a los actos finales del VIII Festival Internacional de Poesía Moncayo. Las piernas que asoman a la izquierda son las del poeta Gonzalo Escarpa, uno de los participantes este año en los actos del Festival (junto a otras muchas personas, cuyos nombres figuran en el programa del Festival y que por eso no cito aquí -sería muy largo). Esta edición ha estado dedicada a la figura de Miguel Hernández, que cumpliría 100 años el próximo 2010. Por eso, además de lecturas de las obras personales de los distintos poetas invitados, se leyeron un buen montón de poemas de Hernández, se cantaron sus versos, se habló de su vida, de su obra, de su muerte -tan triste, tan desoladora-. El periodista y escritor Miguel Mena, que presentó las actuaciones, hizo una elocuente reflexión: hablamos de Hernández (y de otros contemporáneos suyos añadiría yo) como si pertenecieran a otro mundo, y quizás así es, aunque no deja de ser paradójico que Miguel Hernández sería más jóven, si viviera, que Francisco Ayala, de quien no dudamos sea coetáeno nuestro.

Los actos se han prolongado a lo largo de los días 21, 27 y 28 de agosto y en diferentes localidades de una comarca que se implica año tras año a fondo en la organización y celebración de este Festival, que coordina desde la Asociación Olifante, la editora Trinidad Ruiz Marcellán, la bruja blanca de Litago (con permiso del brujerío de Trasmoz).



Miguel Hernández:


Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.

Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.

Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.

No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!



(Poema incluido en El rayo que no cesa, 1934-35)

El poema cantado por Serrat

6 comentarios:

entrenomadas dijo...

No he conseguido ir nunca, en esas fechas estoy fuera. Siempre he pensado que septiembre sería mas idóneo. Pero no importa leyendo tu crónica me hago una idea de lo hermoso que ha sido.

Ya he vuelto, Luisa. Ya sabes, estoy pero no estoy. Vamos que no me encuentro todavía.

Kisses,

Joven Poeta dijo...

son muy buenos los poemas...

quiero compartis con ustedes mi webpage
http://jovenpoeta.jimdo.com

no son poetas profesionales los que alli escriben. son solo jovenes que por medio de esta linea comparten con las personas, su misterioso y marabillos mundo.

los invito para que se tomen un cafe mientra leen sus escritos.

felices lineas

Joven Poeta

Doberka dijo...

Este año no pudo ser, Luisa, ya lo siento, de verdad.
Me he puesto al día con tu blog y me hago siempre la misma pregunta ¿por qué se ve todo tan maravillosamente diferente cuando lo cuentas tú?.

Besos

PD: Ahora le toca al blog de Daniel.

Luisamiñana dijo...

Quizás tengas razón, Marta, en cuanto a las fechas. Pero hecho el propósito, finales de agosto son momentos muy buenos en el Moncayo: el viernes soplaba un cierzo amigable, anda que ver con el otoñal. Y estuvimos muy bien, sí, entre cierzo y poesía.
Besos

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Loli, te nombramos unas cuantas veces. Así que para otra edición, haz el favor...
p.d. gracias por el piropo (aunque la imaginación de los lectores también cuenta)

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Joven poeta, hermosos versos, claro, los de Hérnandez. Echo un vistazo al blog, por supuesto. Y un saludo, y gracias por la visita.

KUBAN dijo...

La poesía, esa forma de decir, tan olvidada a veces, es la única forma de hablar que tiene el alma. Gracias por tu maravilloso sitio. Te seguiré.

Anónimo dijo...

Gonzalo Escarpa podría dar menos lecturas y escribir mejor (o escribir a secas)...blog de Ana Muñoz