domingo, 8 de noviembre de 2009

Jalón-es

"Isabel Langa, una de las últimas vecinas de Villanueva de Jalón, aún mantiene viva en su memoria los nombres o los apodos de quienes resistieron hasta el final, a principios de los años sesenta, en su pueblo: "Pascual el tío Lucero; el tío Felipe; el Chamica; el tío Ramón; la tía Consuelo; la tía Marcelina; la maestra doña Nieves; Blas; Adela; Justo; Vitoria; Elvira; el tío Simón; Miguel; Bernardina; aunque los últimos que abandonaron el pueblo fueron Carolina Berdejo, Francisco Rodrigo, Francisca Langa y Francisco Sánchez". (Villanueva de Jalón, Miguel Asensio Guajardo (texto), José Manuel Martínez (dibujos), Santiago Cabello (fotos), artículo en la revista La Replazeta, núm, 8, 2001)


Casi todos, sino todos, los nombres que aparecen ahí arriba pertenecen a gente de mi familia . He leído este reportaje unas cuantas veces desde que el otro día Roberto del Val lo puso en mis manos en Ricla, cuando fui a charlar un rato con la gente del club de lectura que allí tienen tan bien engrasado. Lo he leído varias veces y al cabo he ido reconociendo en mi memoria muchos de esos nombres: he recordado rostros de unos, de otros sólo la referencia oída en un buen puñado de ocasiones.


Por cierto, muchísimas gracias a todos: en nombre mío, en el de Fernando Sarría y Miguel Angel Yusta que vinieron a echar una mano para hacer más entretenida al público la sesión. Los tres nos lo pasamos en grande y esperamos ya la primavera para ir a la cereza: dicho queda. Confio en que la gente que se acercó hasta la Biblioteca estuviese a gusto por lo menos (la foto se la he pillado a Miguel A. Yusta, que fue a Ricla en la primavera, justo para la cereza... yo todavía no tengo las fotos del otro día, así que pongo ésta más que nada para que se vea a la gente de Ricla y la Biblioteca:)


Roberto nos fue a buscar al restaurante La Gallega, en la carretera. He encontrado una cosa que te gustará, me dijo: te gustará porque me he enterado de que tu familia es del Jalón, de que tu madre nació en Villanueva de Jalón. / Villanueva es un pueblo abandonado desde finales de los años sesenta, que se ha ido destruyendo casi al completo, aunque paradójicamente mantiene en una iglesia en ruinas una torre declarada Patrimonio de la Humanidad, dentro del conjunto del mudéjar aragonés. Un pueblo situado en un alto dificil, en un escarpe sobre el estrecho tajo del Jalón, a cuya orilla están las huertas que fueron de los habitantes del picacho y hoy de otros que siguieron cultivándolas, y que en parte quedaron arrasadas este pasado verano por el fuego. También el pueblo estuvo a punto de arder. Un pueblo al que alcancé a llegar brevemente todavía algunos veranos de la infancia, que recuerdo a fogonazos, como entre sueños. Debe ser por eso, porque ese pueblo forma parte de mi infancia, por lo que conservo esta visión creo que enternecida sobre él. Frente a ella, las inapelables palabras pegadas a la realidad de mi madre: aquello era muy duro, allí no se podía vivir. Me las ha vuelto a repetir cuando le he contado a ella lo que ahora cuento aquí.

Leí allí mismo, en la Biblioteca de Ricla, algunas líneas, por encima, leí los nombres de los pobladores que se resistieron a marcharse. Entre los cuatro últimos en abandonar su casa, mis abuelos: Carolina Berdejo y, sobre todo, Francisco Rodrigo, nacido en Villanueva de Jalón en 1900, un gran tozudo, que se empeñó en ir contracorriente, y que nunca reconoció otra tierra. Eso lo sé.


6 comentarios:

entrenomadas dijo...

Genial poder leerlo. Pero haz favor de salir en la foto next time.

Da gusto las crónicas que haces.


K,


Marta

39escalones dijo...

Siempre digo que para mí esas historias de parientes lejanos, de ancestros que no conocí y que son más cercanos de lo que uno llega a pensar, son mitos tan vivos como Ulises o Teseo. De andar por casa, pero mitos, sin duda.
Besos.

ybris dijo...

Es formidable encontrar en los pueblos y sus historias los recuerdos imborrables que nos acompañan y nos sostienen.
De eso hablan los sitios, las ruinas, las personas.
Incluso tras marcharse.
O quizás por ello.

Besos.

Luisamiñana dijo...

Queridos Marta, Alfredo e Ybris: no ocultaré que el reportaje de la revista y ver ahí los nombres de mis abuelos me emocionó realmente. Es curioso, porque en realidad los lugares a los que apunta no he podido frecuentarlos demasiado. Pero debe ser verda lo que dices, Ybris, y también lo de la mitología personal, claro, Alfredo. Al fin y al cabo, y aunque ahora la historia ande tan denostada, las referencias pasadas acaban siendo totalmente precisas para "comprender".

Besos

Inde dijo...

No me extraña que te emocionase, porque me ha emocionado a mí, que no tengo nada que ver con esa preciosa zona del Jalón... Pero es que un pueblo es mucho más que un montón de casas. Hay tantas vidas criadas y crecidas y agotadas en cada uno de ellos... eso tira mucho, tiene que tirar por fuerza.

Es paradójico lo de la torre; pero a mí me da mucha pena que esas ruinas lleven escrita en la frente, aún, el nombre de "villa nueva"... que un día, seguro, exhibieron orgullosas.

Luisamiñana dijo...

No sabes, Inde, el cosquilleo cuando vi allí los nombres de mis abuelos. Ellos fueron los últimos-últimos, aunque como dice ahora mi tía, "a la tía Francisca también costó un rato sacarla de allí". Mis abuelos se resistieron aún más, bueno mi abuelo. Tuvieron sus hijos en Morata alquilada la nueva casa varios meses hasta que por fin pudieron arrancarle de Villanueva. Siguió subiendo a su huerta, bajo el picacho, a orillas mismo del Jalón, bastantes años, con su "animal" (o sea el burrillo). Eso era ya los setenta, que parece mentira como se vivía todavía entonces en este país, y aún más en los pueblos... (y el tono es intencionado;). Eso me impresiona mucho: la fractura tecnológica abismal.