Varias veces, durante la estancia en el hospital, ella me preguntó: ¿me quieres? --- tenía miedo, estaba desorientaba, y necesitaba saber que podía confiar. Pues claro que te quiero, le respondía, y mucho, ya lo sabes. Bien, decía ella.
Varias veces, durante los muchos años de nuestra historia en común, me dijo: yo ya sé que no soy tu madre, pero como si lo fuera, la familia son los que uno ama y en los que confía. Bien, le decía yo.
Pues eso.
He procurado que hayas confiado hasta el final.
7 comentarios:
ella confiaba en ti ciegamente...lo sé...besos de los dos.
Cuando uno se siente más indefenso,es cuando más se necesita confiar.
Un abrazo
Linda, muy linda. Sólo una verdadera hija es capaz de susurrar tatuajes como tu lo has hecho. Un beso.
Hola, Luisa... llevaba tiempo sin pasarme por aquí y leyendo las últimas entradas he ido interprentando su significado.
Un abrazo fuerte.
"Tatuaje" me gusta a mí también.
Rosa.
Es hermoso dar confianza hasta el final.
Hay que ser como hija para ello.
Besos.
Muchísimas gracias. Dentro de un rato depositaremos la urna-resumen en un hueco, ahí suspendido. La palabra columbario me gusta. Con su metafórica polisemia. Pero ahora, de momento, el hueco sólo es echar de menos.
Un abrazo a todos.
Luisa me ha emocionado tu ternura, tu entrega tu sensibilidad. Qué mejor que decidir bilateralmente ser madre e hija, pese a la no consaguinidad. Qué lazos tan buenos, tan fuertes, tan frágiles, tan delicados para cantar tatuaje para ahuyentar el dolor. Gracias por compartir tu calidad y cualidad humana, nada más lírico y nada mejor dónde mirar qué hacer cuando se intuyen lazos semejantes y se presente una ocasión que nunca nos equiva. Arqui
Publicar un comentario