Sin muchas palabras dejo aquí dos poemas de Vicente Aleixandre, uno de los poetas con lo que aprendí donde encontrar poesía, precisamente en los dos libros de los que traigo los dos poemas. Venían en una hermosa edición de Castalia, de páginas suaves y elegantes, que conservo ahora junto al mar. Es bueno que esté allí. Los títulos de los libros fueron en la adolescencia para mí como milagros de la imagen poética: “La destrucción o el amor” y sobre todo “Espadas como labios”.
Poema de amor ( De “Espadas como labios”)
Te amo, sueño del viento:
confluyes con mis dedos olvidados del norte
en las dulces mañanas del mundo cabeza abajo
cuando es fácil sonreír porque la lluvia es blanda.
En el seno de un río viajar es delicia;
oh peces amigos, decidme el secreto de los ojos abiertos,
de las miradas mías que van a dar en la mar,
sosteniendo las quillas de los barcos lejanos.
Yo os amo, viajadores del mundo, los que dormís sobre el agua,
hombres que van a América en busca de sus vestidos,
los que dejan en la playa su desnudez dolida
y sobre las cubiertas del barco atraen el rayo de la luna.
Caminar esperando es risueño, es hermoso,
la plata y el oro no han cambiado de fondo,
botan sobre las ondas, sobre el lomo escamado
y hacen música o sueño para los pelos más rubios.
Por el fondo de un río mi deseo se marcha
de los pueblos innúmeros que he tenido en las yemas,
esas oscuridades que vestido de negro
he dejado ya lejos dibujadas en espalda.
La esperanza es la tierra, es la mejilla,
es un inmenso párpado donde yo sé que existo.
¿Te acuerdas? Para el mundo he nacido una noche
en que era suma y resta la clave de los sueños.
Te amo, sueño del viento:
confluyes con mis dedos olvidados del norte
en las dulces mañanas del mundo cabeza abajo
cuando es fácil sonreír porque la lluvia es blanda.
En el seno de un río viajar es delicia;
oh peces amigos, decidme el secreto de los ojos abiertos,
de las miradas mías que van a dar en la mar,
sosteniendo las quillas de los barcos lejanos.
Yo os amo, viajadores del mundo, los que dormís sobre el agua,
hombres que van a América en busca de sus vestidos,
los que dejan en la playa su desnudez dolida
y sobre las cubiertas del barco atraen el rayo de la luna.
Caminar esperando es risueño, es hermoso,
la plata y el oro no han cambiado de fondo,
botan sobre las ondas, sobre el lomo escamado
y hacen música o sueño para los pelos más rubios.
Por el fondo de un río mi deseo se marcha
de los pueblos innúmeros que he tenido en las yemas,
esas oscuridades que vestido de negro
he dejado ya lejos dibujadas en espalda.
La esperanza es la tierra, es la mejilla,
es un inmenso párpado donde yo sé que existo.
¿Te acuerdas? Para el mundo he nacido una noche
en que era suma y resta la clave de los sueños.
Peces, árboles, piedras, corazones, medallas,
sobre vuestras concéntricas ondas, sí, detenidas,
yo me muevo y, si giro, me busco, oh centro, oh centro,
camino, viajadores del mundo, del futuro existente,
más allá de los mares, en mis pulsos que laten.
sobre vuestras concéntricas ondas, sí, detenidas,
yo me muevo y, si giro, me busco, oh centro, oh centro,
camino, viajadores del mundo, del futuro existente,
más allá de los mares, en mis pulsos que laten.
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Mañana no viviré ( De “La destrucción o el amor”)
Así besándote despacio ahogo un pájaro,
ciego olvido sin dientes que no me ama,
casi humo en silencio que pronto es lágrima
cuando tú como lago quieto tendida estás sin día.
Así besándote tu humedad no es pensamiento,
no alta montaña o carne,
porque nunca al borde del precipicio cuesta más el abrazo.
Así te tengo casi filo,
riesgo amoroso, botón, equilibrio,
te tengo entre el cielo y el fondo
al borde como ser o al borde amada.
Tus alas como brazos,
amorosa insistencia en este aire que es mío,
casi mejillas crean o plumón o arribada,
batiendo mientas me olvido de los dientes bajo tus labios.
No me esperéis mañana –olvido, olvido-;
no, sol, no me esperéis cuando la forma asciende al negro día creciente;
panteras ignoradas –un cadáver o un beso-,
solo sonido extinto o sombra, el día me encuentra.
Así besándote despacio ahogo un pájaro,
ciego olvido sin dientes que no me ama,
casi humo en silencio que pronto es lágrima
cuando tú como lago quieto tendida estás sin día.
Así besándote tu humedad no es pensamiento,
no alta montaña o carne,
porque nunca al borde del precipicio cuesta más el abrazo.
Así te tengo casi filo,
riesgo amoroso, botón, equilibrio,
te tengo entre el cielo y el fondo
al borde como ser o al borde amada.
Tus alas como brazos,
amorosa insistencia en este aire que es mío,
casi mejillas crean o plumón o arribada,
batiendo mientas me olvido de los dientes bajo tus labios.
No me esperéis mañana –olvido, olvido-;
no, sol, no me esperéis cuando la forma asciende al negro día creciente;
panteras ignoradas –un cadáver o un beso-,
solo sonido extinto o sombra, el día me encuentra.
* La imagen es el cuadro "El beso" del pintor surrealista René Magritte.
4 comentarios:
Grandísimo, Aleixandre. Recientemente me he enterado que el Ministerio de Cultura (creo), ha renunciado a comprar su casa y hacer en ella una especie de casa-museo-biblioteca, no sé por qué, pero ya estamos en España como siempre borrando de la memoria a la gente de la cultura. Bochornoso.
Razón tienes, grandísimo. Y sí lo de la casa de Wellingtonia, que ya viene de antiguo, es bastante vergonzoso. Aunque nada más fuera porque se trata de un premio nobel, caramba.
¡Qué hermosura estos dos poemas que nos recuerdas hoy!
No se cansa uno de saborearlos.
Gracias y un beso.
Pues a degustarlos, que lo merecen, desde luego, creo yo.
Y de nada, un beso.
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