martes, 15 de mayo de 2007

La explicación


He llegado a buena marcha hasta el final de la calle. Y eso que el final de la calle quedaba para mí en lo más lejano. Cerca de la orilla del parque, junto al puente que sobrevuela la autopista, un hombre vestido de pantalón marrón y camiseta verde ha estado mirando largo rato como temblaban las sábanas blancas tendidas bajo unas ventanas. Lo he visto mientras seguía hacia el puente que sobrevuela la autopista. Blanco de las sábanas sobre el gris y el rosa urbanos de un edificio al que este hombre que lo mira ha significado. Yo no hubiera visto las sábanas, por muy blancas que fueran, si el hombre de marrón y verde y deportivas azules no las hubiera estado mirando. Si han sido suyas las sábanas alguna vez en su cama, no lo sabré jamás. Ahora parecía un hombre huérfano de sábanas. He traspasado el puente que vuela sobre la autopista y he cruzado a la acera de enfrente. Regreso sobre mis pasos, pero el hombre sin sábanas ya no estaba mirándolas. Bajo el puente, una sábana blanca se aquietaba en la tarde sobre un perfil humano y el asfalto. He tropezado entonces y he tenido que detenerme para recolocarme la zapatilla que se me ha salido del pie, mientras las ambulancias y la policía a toda velocidad cerraban el paréntesis y, por eso, casi no te oía cuando me has llamado para recordarme que había que comprar pan.




* La imagen es de una pintura de María Teresa Larrain, titulada Ropa Tendida II y esta colgada en la web de la Galería del Cerro.

10 comentarios:

Javier López Clemente dijo...

Esta mañana olvidé el móvil junto al teclado del ordenador. Noté que faltaba cuando no he podido rebañar la salsita del guiso de conejo. Ahora compruebo el teléfono: Un par de llamadas perdidas y un mensaje en el buzón de voz para recordarme que comprara el pan.

Salu2 Córneos.

Anónimo dijo...

El móvil ha introducido nuevas coordenadas en nuestras vidas, ha modificado nuestros espacios, ha doblado nuestros tiempos.
Siento que te perdieras la salsita, ¡vaya!;)
Un abrazo

entrenomadas dijo...

Bueno, para este texto tengo una palabra: es precioso.
Besos

Magda Díaz Morales dijo...

Que lindo relato, Luisa. Que bello debe de ser tener el talento para escribir narrativa o un poema, te felicito mucho, mucho. Es precioso.

ybris dijo...

Se queda uno con el misterio de esa derrota que nos hace pasar de la horfandad (¿deseo, añoranza, nostalgia?) de las sábanas a su total ausencia.
Después queda solo el perfil de esa derrota sobre el asfalto bajo otra sábana.
No es extraño que te tuvieran que recordar que compraras el pan.
Si yo tuviera que haberlo hecho se me habría olvidado por leerte.

Me ha encantado. Un beso fuerte.

Chalá perdía dijo...

Uno de esos pensamientos, sensaciones, percepciones tontas que llenan un post, como las que me gutan tanto.
Sencilla, rara y hermosa, como esa ropa tendida en los balcones.
Cuidateeee.

Anónimo dijo...

Marta, gracias por tu palabra-mundo. Un beso.

Anónimo dijo...

Qué bien que te haya gustado el relatito, Magda. Me alegra mucho. Es un poco melancólico - o un mucho-, pero de todo tiene que haber. Un beso.

Anónimo dijo...

Creo que has dado con la palabra, Ybris. Y qué distintos son los tiempos y los espacios de cada cual, aunque se crucen.
Beso fuerte para ti, también.

Anónimo dijo...

La ropa tendida en los balcones, MM, me hace siempre pensar en todo lo que hay detrás de ella. Las prendas son como pistas que se pueden seguir.
Un beso.