miércoles, 31 de octubre de 2007

La luz de las ánimas

Cartel de "La luz de las ánimas" del año 2006


La celebración del día de Todos los Santos y el Día de Difuntos, vulgarizada y banalizada hoy en las formas exportadas desde Estados Unidos, hunde sus raíces en ancestrales tradiciones que se extienden por toda Europa y América. Se habla de orígenes celtas, quienes celebraban la llegada del imperio de las tinieblas, encarnadas en las largas noches invernales. Era el momento propicio para acordarse de los difuntos. El mundo de los vivos se acercaba al mundo de oscuridad de los muertos.


Recientemente, un pueblo aragonés de la zona del Moncayo, Trasmoz, famoso ya por su tradición en brujas y conjuros, ha recuperado, tras cuarenta años, los ritos antiguos de celebración de esta fecha de difuntos, que son comunes a muchos de los pueblos de la zona, y que eran los rezos, los toques de campanas y el prendimiento de luces.


La celebración, auspiciada por la Asociación Cultural “El embrujo”, ha tenido lugar esta año, por adelantado, ya el día 27. Ese día Trasmoz, que sólo cuenta habitualmente con setenta habitantes, se llenó con cientos de personas.


Por el pueblo, el monte y el cementerio se disponen numerosas calabazas con velas encendidas dentro. La colocación de estas calabazas-calaveras tendría que acompañarse con el toque de campanas (que todavía no se ha recuperado, debido a la falta de personal que lo realice adecuadamente). La creencia establecía que con el toque de campañas las almas resucitarían. El número de calabazas iluminadas que alumbraron el pueblo ha de ser el mismo que el de difuntos se supone que hay enterrados en el cementerio del pueblo, “porque si un alma se quedaba sin luz, te perseguía de por vida”.


También se ha recuperado el rezo del rosario en procesión desde la iglesia al cementerio y el canto de “los gozos para las ánimas benditas” que se entonaba en la iglesia. Los participantes en esta procesión, que tiene lugar al atardecer, deben vertirse de negro, los adultos, y de blanco los niños.


Aprovechando el marco de estas celebraciones, la Editorial Olifante, que dirige con tanto empeño Trinidad Marcellán, ha tenido la feliz idea de convocar el Premio de Poesía del Miedo. La entrega de los premios se llevó a cabo en el Castillo de Trasmoz, al pie del cual se encuentra la Casa del Poeta, fundada por la Asociación Cultural Olifante. En esta ocasión, los autores premiados fueron Miguel Ángel Curial, de Lugo; y Ángel Gracia, de Zaragoza. El primero fue galardonado con el premio de críticos y el segundo con el que otorga el público. Hubo lectura de varios poemas participantes en el certamen y, por la noche, se celebró el VI Festival de Cuenta Cuentos de Terror.


* Sumémonos a la celebración: dejo este enlace a la Biblioteca Digital Ciudad Seva para que podamos leer un cuento de Poe.

10 comentarios:

entrenomadas dijo...

Me parece estupendo este post. Ya vale de cabazas y tontainadas.
Me lo quedo un rato en artículos.
Y además con poesía, aunque sea de miedo. Ufff, no me pillan, pero seguro que está muy bien.
Kisses

Magda Díaz Morales dijo...

Como le decía a Marta, nuestra tradiciones (el Día de muertos), no vienen de las raices ancestrales que comentas. Sin embargo, a la llegada de los españoles a México se realizó sincretismo y ahora sí tienen mezcla.

Lo que me desagrada mucho es que ya por acá (y en el mundo) tenemos muchas cosas de los gringos, de su fiesta de brujas, y asi vemos por donde quiera toda su carga tan fea y banalizada, como bien señalas.

Que bien eso del premio al poema y epitafio, excelente.

Luisamiñana dijo...

Me alegra, Marta, de que te parezca bien el post. Es que ya me cansa tanta filfada yankee; empezamos con el Halloween, nos llegan incluso ecos del Día de Acción de Gracias, y luego viene la tierna Navidad, que cada vez es menos nuestra y más de ellos.
Hay tantas tradiciones a las que apelar sin perder un pelo de modernidad. Me cansa tanta horterada y tanto "pichi-glas". Besos.

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Sí, Magda, ya entiendo que por allí afloran otras raíces anteriores a la llegada de los españoles. Como bien dices, los ritos de estirpe celta y otros antiguos europeos no asoman por América hasta ese momento de la invasión-conquista. Quería explicar, y quizás me he quedado corta, que precisamente esos ritos que provienen de raíces antiguas europeas se han extendido. Y sólo he mencionado el mundo celta por ser el antecedente más directo respecto a las costumbres de las que hablo luego.

En cuanto a los yankees, pues lo dicho.

Besos, guapa.

ybris dijo...

Un poco de folclore y de sabiduría popular no viene mal a la mezcolanza interesada de la Iglesia católica por acaparar las celebraciones Santos-Difuntos.
O de los intereses comerciales por sacar partido de todo esto.
Yo bien recuerdo de pequeño las campanadas interminables de la noche de difuntos. Demasiado tétrico entonces. Mejor ahora con poesía y festejos populares.

Besos

Anónimo dijo...

Estuve en Trasmoz hace algún tiempo en medio de todo este tema y me resultó muy gratificante, tiene una atmósfera (producto de la sugestión, nada más, pero maravillosamente complementada por el paisaje) muy adecuada.
En cuanto a la fiesta, a mí que soy tan tétrico me resulta especialmente atractiva cuando deja de lado el tema de los monstruos y las calabazas, y desde luego, la forma de celebrarlo en México me parece una fusión ejemplar. Me alegro de no ser el único que disfruta con Ciudad Seva.
Besos.

Anónimo dijo...

Luisa, me gusta que me descubras cosas nuevas. Te voy a citar en el post que he hecho sobre Samhain (el origen celta de Halloween), para que vean mis amigos gallegos que no sólo ellos tienen tradiciones celtas. ;)
Besos,
Chesús

Anónimo dijo...

A mí no me gusta nada la fiesta de Todos lo Santos. La de Halloween, menos todavía. La primera, porque la asocio a la imagen de mi madre limpiando las lápidas de sus padres en el cementerio de un pueblito de Cuenca. La segunda, por razones obvias... Lo de Trasmoz está bien. Si no puedes contra el enemigo, únete a él, pero en original y bonito. Un beso, Luisa

Luisamiñana dijo...

Sí, Ybris, un poco de floclore bien entendido tampoco viene mal. No soy muy practicante de las tradiciones (de las católicas, nada), pero me gusta mucho conocerlas, comprenderlas, observarlas... Esta de esta época me parece francamente interesante. Pero sin asuntos tetricos.

Besos

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El paisaje de la zona acompaña, sin duda, Escalones. Y el ambiente en general tiene que ser muy atractivo. Estoy de acuerdo contigo respecto a la celebración en México; creo que es tremendamente interesante la relación de sus tradiciones con el concepto de la muerte.
Besos playeros (ya ves...)

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Muchas gracias, Chesús; me paso a leer tu post, que me interesa.
Y respecto al sustrato celta, su extensión es mucho más amplia de lo que normalmente se cree. Yo tengo un par de amigos que han estudiado mucho los rastros celtas en Aragón y tienen unas teorías maravillosas. Besotes.

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Ana, tú tómate éso de las lápidas como si fuera la peli de Almódovar, "Volver". Mi madre todavía lo hace y mi tía. Yo no voy nunca. Y por supuesto, la yankeada ésta que se ha extendido me pone de los nervios.
Lo de Trasmoz me parece una buena manera de estar en contacto con las tradiciones y ponerlas al día.

Muas, sobri.

Chalá perdía dijo...

Tradiciones con su toque yuyu fantasmagórico. Tiene que ser un poco espeluznante la noche esta allí...me resulta extraño que se mezclen historias de brujas con almas en pena, que son más las almas de brujas las que andarán por esos limbos purgatorios e infiernos. Es que me gustan las brujas...
Besetes.

Luisamiñana dijo...

A mi también me gustan mucho las brujas; son seres libres. Y me gustan desde las de cuchufleta (ay, aquella serie de mi infancia, tan tonta, pero que a mi me hacía soñar: Embrujada) hasta las serias, con sus historias trágicas a cuestas. Conozco a un tipo especialmente sabio en brujas; se lo sabe todo y hace unos libros fantásticos. Junto a mis pocos titeres, también tengo alguna que otra bruja.
En Trasmoz, yo creo que esa noche se quedan tranquilas y calladitas, a ellas les va más la alegría.

Besos llenos de sol y de buen otoño (hoy por lo menos): el mar está espléndido.