viernes, 9 de noviembre de 2007

Daniel y Obélix



Ahí los tenéis, a Daniel montado sobre Obélix, su caballo de la hipoterapia.

El otro día estuvimos un rato en la sesión de la terapia con caballos de la clase de Daniel. Este trimestre, su colegio, el “Ángel Riviere” de Zaragoza, tiene programada la actividad un día a la semana. La mañana era fresquita, pero dulce. La sesión de hipoterapia se lleva a cabo en el parque municipal de La Granja, que está al ladito mismo del recreo del colegio. Así que está todo muy bien organizado.

Otras veces hemos comentado los fundamentos de la hipoterapia en este blog. También Lamima ha hablado de ello. Básicamente consiste en aprovechar el movimiento multidimensional de la marcha del caballo (que realiza más de cien movimientos al unísono) para el tratamiento de diversas afecciones física y mentales. Recuerdo también la web “Hipoterapia-Todocaballos”, donde hay una información suficiente y ordenada sobre el tema.

Este curso la entidad que realiza la terapia en el colegio es una asociación muy arraigada en Aragón y que está realizando una muy buena labor: la Fundación Genes y Gentes, presidida por Isaías Zarazaga, catedrático emérito de Genética.




Daniel se lo pasó bomba-bomba. Otras temporadas, le ha costado un poco en las primeras sesiones adaptarse al tacto del caballo y a la sensación de estar ahí arriba. Pero el otro día, se mostró tremendamente impaciente (como es él, en realidad) por montar a Obélix. Estuvo muy contento toda la sesión, riendo mucho. Sobre todo cuando Obélix iniciaba un trote más animado. El terapeuta le decía entonces a Daniel: “¡Ah, ya veo que lo que te gusta es la marcha, cuanto más movimiento mejor, ¿eh?!. Y así es, porque mi sobrino creo que sería feliz viviendo en una noria o en una batidora. La juerga fue tal que hubo declarada protesta al terminar su turno, y cuando la profa Chus le preguntaba a otra compañera, Claudia, si quería subir al caballo, contestó Daniel en su lugar un clarito, clarito “¡sí!”. Y por supuesto, se ha aprendido de una tacada el nombre de “su” caballo en esta temporada: “¡Belis!”. En fin, cualquier día lo mandamos a un concurso hípico de ésos. No te digo.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Que delicia verlo Luisa!...y me encanta el nombre del caballo: Obélix, suena de lo mas tierno, como nuestro héroe del tbo.Y ese sol..ah, que bueno.
Dices bien, la hipoterapia econde muchos beneficios para estos niños y es excelente que el cole de Daniel pueda disponer de un tiempo para trabajar así con ellos.
Un millón de besos a Daniel El Impaciente.
PD Y, si así es feliz, si hace falta... preparamos batidora. No problem.

Luisamiñana dijo...

Daniel El Impaciente, sí, sí. Ya verías cómo te aplaudirían el apodo sus padres.
El colegio no desdeña nada que sea beneficioso para los crios. Además si se pueden incorporar las actividades al horario escolar, pues mejor. Para no sobrecargar en exceso.
La batidora, sí. Para que te hagas idea, uno de sus juegos preferidos es simular un terremoto y también bailar en plan bestia rock and roll. Ya ves.

Besotes findesemaneros

ybris dijo...

Un gustazo ver s Daniel feliz.
Lo entiendo perfectamente con un caballo como Obélix.

Besos a los dos (y al caballo)

entrenomadas dijo...

Y qué importantes son esos momentos, esos ratos. Lastima que no haya delfines por aquí, son también muy beneficiosos.

Besos,

Luisamiñana dijo...

Obélix, Ybris, es un caballo precioso y muy dócil y creo que entiende muy bien a los niños. Daniel se lo pasa pipa, no vea, desde luego.

----------------------

Ay, los delfines. No contestan desde el Aquapark donde ha pedido vez Inma para Daniel. Debe haber una lista tremenda. Ojala hubiera aquí, sí, sería estupendo, but...

Besos, guapa

Chalá perdía dijo...

Que valiente el tío...con el yuyu que da.

Tal vez le guste tanto por sentir en su cuerpo tantas vibraciones. Sí, se ve que le van las emociones fuertes a Daniel.

Abrazos.

Magda Díaz Morales dijo...

La fotografía ha podido captar perfectamente la alegría en la carita de Daniel, que cosa tan bonita es ver una sonrisa de felicidad en el rostro de un niño. Verlos así hace que nuestro espíritu también goce con ellos.

Una terapia que además es divertida, me parece más que excelente.

Un abrazo para ti

Luisamiñana dijo...

Oh, sí, MM, le va el riesgo al chaval. Los animales le gustan, aunque a veces, como ante todo lo que no conoce bien, se muestre un poco extrañado al principio. Pero el otro día con Obélix no tuvo ningún extraño. Estaba feliz, feliz. Supongo que sí, las vibraciones y los movimientos del cuerpo del caballo le deben de causar buenas sensaciones.

Besitos domingueros


-------------------

He puesto esta foto, Magda, precisamente por eso, porque la cara de Daniel es elocuente. Me gusta ver a los niños reir. Cuando rien existe todo lo que uno debería desear. Y es verdad, la terapia la aceptan muy bien porque los caballos les gustan y porque se lo pasan genial.

Besos,

Anónimo dijo...

Luisa, ¡qué maravilla! ver a Daniel cabalgando en la grupa de este caballo.

Se le ve tan feliz ..

El otro jinete, supongo el profesor, ¿Se llama Enrique / Quique?

Si lo es, es un buen amigo mío. Extremeño él. Tiene su historia, bonita también. Es un padrazo y buena gente.

Un besito a tí y a Daniel un abrazote