Raramente me siento delante del televisor. No es que desprecie el medio. Hay cosas muy interesantes en la televisión. Es simplemente una cuestión de falta de tiempo. Ayer por la noche sin embargo era inevitable hacerle un hueco, pues Aragón Televisión pasaba a las 10,45 una versión reducida del documental “Mi último guión. Memoria de Luis Buñuel”, que han rodado Javier Espada y Gaizka Urresti. En él Juan Luis Buñuel, hijo del cineasta, y Jean-Claude Carrière, guionista, junto al propio director, de algunas de las películas más decisivas del aragonés (Belle de jour, La vía láctea, El fantasma de la libertad, El discreto encanto de la burguesía, Ese oscuro objeto de deseo…), rememoran su figura y su vida en tono muy cercano y amable –nada de mitos- y eso me ha gustado mucho.
El documental traslada al espectador los recuerdos que ambos, Buñuel hijo y Carrière, conservan del director, de su forma de ser, de dirigir, de vivir, de beber, de hablar, de reír, de hacer paella. Los escenarios recorridos son los de la vida de Buñuel: la casa calandina, el paseo Independencia de Zaragoza, la Residencia de Estudiantes en Madrid, Toledo, el pasaje Brady de París, Nueva York, California, México.
No es una película sesuda ni metafórica. Sólo vivencias, momentos, anecdótas, travesuras, algún recuerdo más doloroso (pocos), gestos pequeños para retratar a un gigante, a un monstruo. Me gusta ver a dos grandotes, como Juan Luis Buñuel y Carrière hablando con tanta, tanta ternura del animalote de Buñuel. Tan ateo. Tan libre. Qué listo era. Qué enorme.
Creo que sería durante el curso invernal que siguió al verano en el que murió Buñuel (ayer hizo 25 años) cuando la Filmoteca de Zaragoza programó un ciclo completo de sus películas. Fue brutal para mi, entonces, que sólo había podido ver las primeras y las últimas películas del calandino. Un disfrute que duró semanas. Desde “Un perro andaluz” a “Ese oscuro objeto de deseo”: las hormigas, el ojo sajado, el olvidado sin piernas en el carrito, el zig-zag esquizofrénico de “El”, los labios de Belle, los burros muertos, los birretes empolvados, Silvia Pinal tentando a Simón, los instintos desatados del angel exterminador (primigenia idea y surreal, que aún mantiene vulgarizadas secuelas: Gran hermano, por ejemplo), la discreta pero revolucionaria imaginación que vive en los burgueses… Todo en Buñuel es trueno, ilimitado.
Y qué buena labor hizo por aquellos tiempos la Filmoteca recuperando y mostrándonos el cine que no había llegado al país durante años.
Digo yo que no tardará en llegar a las pantallas grandes y a los dvd´s en su versión extensa este documental tan entrenido.
Antón Castro ha colgado hoy dos post estupendos acerca de Buñuel, que os recomiendo:
Buñuel fotógrafo para sus películas mexicanas
Jean-Claude Carriére recuerda a Luis Buñuel (entrevista publicada también previamente en Heraldo de Aragón)
Y también podéis ir pinchar este enlace sobre el final del rodaje del documental: “El rodaje de "El último guión" sobre Luis Buñuel finaliza en Nueva York”
El documental traslada al espectador los recuerdos que ambos, Buñuel hijo y Carrière, conservan del director, de su forma de ser, de dirigir, de vivir, de beber, de hablar, de reír, de hacer paella. Los escenarios recorridos son los de la vida de Buñuel: la casa calandina, el paseo Independencia de Zaragoza, la Residencia de Estudiantes en Madrid, Toledo, el pasaje Brady de París, Nueva York, California, México.
No es una película sesuda ni metafórica. Sólo vivencias, momentos, anecdótas, travesuras, algún recuerdo más doloroso (pocos), gestos pequeños para retratar a un gigante, a un monstruo. Me gusta ver a dos grandotes, como Juan Luis Buñuel y Carrière hablando con tanta, tanta ternura del animalote de Buñuel. Tan ateo. Tan libre. Qué listo era. Qué enorme.
Creo que sería durante el curso invernal que siguió al verano en el que murió Buñuel (ayer hizo 25 años) cuando la Filmoteca de Zaragoza programó un ciclo completo de sus películas. Fue brutal para mi, entonces, que sólo había podido ver las primeras y las últimas películas del calandino. Un disfrute que duró semanas. Desde “Un perro andaluz” a “Ese oscuro objeto de deseo”: las hormigas, el ojo sajado, el olvidado sin piernas en el carrito, el zig-zag esquizofrénico de “El”, los labios de Belle, los burros muertos, los birretes empolvados, Silvia Pinal tentando a Simón, los instintos desatados del angel exterminador (primigenia idea y surreal, que aún mantiene vulgarizadas secuelas: Gran hermano, por ejemplo), la discreta pero revolucionaria imaginación que vive en los burgueses… Todo en Buñuel es trueno, ilimitado.
Y qué buena labor hizo por aquellos tiempos la Filmoteca recuperando y mostrándonos el cine que no había llegado al país durante años.
Digo yo que no tardará en llegar a las pantallas grandes y a los dvd´s en su versión extensa este documental tan entrenido.
Antón Castro ha colgado hoy dos post estupendos acerca de Buñuel, que os recomiendo:
Buñuel fotógrafo para sus películas mexicanas
Jean-Claude Carriére recuerda a Luis Buñuel (entrevista publicada también previamente en Heraldo de Aragón)
Y también podéis ir pinchar este enlace sobre el final del rodaje del documental: “El rodaje de "El último guión" sobre Luis Buñuel finaliza en Nueva York”
Jean-Claude Carrière, Javier Espada, Gaizka Urresti y Juan Luis Buñuel
5 comentarios:
What a great moment of reading blogs.
"No creo haber hecho nunca algo por dinero. Lo que no hago por un dólar no lo hago ni por un millón", reconoció Buñuel. -- Saludos
Por eso decía que era un tipo libre.
Un beso, Xavi
Qué fenómeno. Diría tantas cosas que prefiero no decir ninguna. Afortunadamente, Aragón Televisión sirve para algo y lleva meses poniendo las películas de Buñuel todos los lunes por la noche (23:55 horas). Cita imprescindible.
Vi el pedazo del documental la otra noche; emocionante, pelos de punta, piel de pollo, lagrimita... Tremendo.
Besos
¡Que especial ese documental! Qué bien que te gustó. Después de verlo, pensé: creo que está muy bien, pero a lo mejor Alfred va y me dice que ¡vaya par de sentimentales!. Me encantaron con sus bromas, sus gestos de complicidad: Buñuel asomaba en cada segundo.
Besotes
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