martes, 5 de agosto de 2008

A cien por la Expo



El pasado fue un fin de semana de lujo en la Expo de Zaragoza. Una concentración de espectáculos extraordinarios, que convirtió Ranillas – qué nombre tan hermoso para una avenida o un meandro o cualquier cosa- en una mezcla entre Broadway, Soho y Greenwich. De verdad. Para que luego digan algunos que la cultura no sirve de nada. La cultura puede, por ejemplo, hacernos sentir de repente que sí hay vida en Ranillas. Porque una ciudad no la crean sólo los ingenieros, arquitectos y políticos. A una ciudad hay que meterle vida a presión para que se alimente y sea. Y a Ranillas la presión se la está poniendo la cultura. Y las terrazas nocturnas. Y los kioscos de comida rápida también, sí. Pero sobre todo la presión la ejerce la agenda espectácular de espectáculos diarios. Está más llena que el carné de baile de George Clooney. Yo no llego. Y sólo voy a los espectáculos más importantes. Eso digo yo, claro. Tengo un par de amigas a las que les gusta todo-todo. Andan emocionadas con tanto trasiego escénico.

Para el fin de semana pasado yo, más prudente, tenía subrayados: Poetas del agua, a cargo de Julia Uceda, Olvido García Valdés y Antonio Gamoneda, que vinieron a la Tribuna azul del Agua de la mano del Pabellón de España (sábado, 20 horas); concierto de Diana Krall (sábado 23 horas); “La cena” de Els Joglars (domingo, 20,30 horas);Dulce Estrella”: llegaron juntas Dulce Pontes y Estrella Morente, después de la tormenta que obligó a suspender el recital hace tres semanas (23 horas). Confieso que me perdí a Els Joglars –no pude, no, ays-, pero en el resto allí estuve, como un clavo.

¿Y…?

La pera.

Uceda, Valdés y Gamoneda se empeñaron con elegante humildad en decirnos que desconocían qué cosa fuera el agua. Es esa incertidumbre que siempre acompaña a los poetas, que dudan de todo porque nada les parece bastante ni ningún conocimiento, por completo que sea, les satisface. Sin embargo, esa afirmación tan generosamente imprudente fue contradicha y desdicha después por sus textos, poemas de bien distinta índole: suaves aunque rotundos los de Julia Uceda; filosóficos y muy kandiskyanos los de Valdés, apasionados e inapelables las palabras de Antonio Gamoneda. Había bastante gente, y eso que la cosa iba de poesía un sábado a las ocho de la tarde. Antón Castro lo ha contado muy bien. Por eso no me extiendo, pues Antón sabe hablar muy bien de los poetas.

A todo correr (las carreras en la Expo parece que son denominador común para cualquier actividad) bajamos F. S. y yo desde la Tribuna del Agua al Anfiteatro 43 (no sé por qué se llama así), que se inclina como un clásico hacia el río. Es un recinto genial para los conciertos de verano: ojala se quedara tal cual, aunque parece que no será así. A las nueve y media de la noche el aforo estaba casi completo, aunque Diana Krall no subía al escenario hasta hora y media más tarde. Qué simpática. Vaquero y blusón pijo-hippy. Fue creciendo muy despacio hasta sentarse entre nosotros, como una más, y se nos metió under skin cuando nos dijo que nos quería y que estaba un poco triste porque no veía a Elvis Costelo desde hacía un mes: y nos dijo que nos daba recuerdos de su parte y siguió cantando y tocando el piano como si estuviera en la sala de su casa y acabáramos de tomarnos unas copas tranquilamente. El viento le volaba las partituras a la Krall el sábado por la noche. Pero ella no se enfadó, como si fuera de verdad la anfitriona. Me pareció que el jazz y el viento se llevaban razonablemente el sábado por la noche. Sería por las copas. Yo creo que Diana cantó bien, aunque al principio parecía un poquito afónica. Como una de mis amigas las entusiastas, que no paraba de tararear Fly me to the moon

El domingo lo del aforo a tope dos horas antes del concierto, lo de la gente comiendo a tutiplé baguettes con tortilla y bebiendo cervezas del bar del Anfiteatro, a tres euros (sin vaso fluvi) se volvió a repetir. Ese ambiente ya me pareció más como de Central Park. Y pensé que los newyorkinos se volverían locos con el espectáculo de estas dos mujeres, la Dulce Pontes y la Estrella Morente. Empieza todo como en estampa: ellas dos sentadas frente a frente, chapoteando en el agua de un cuenco y cantando tonadas del ayer portugués y del ayer español. Fue precioso. El agua, un instrumento más. Las voces de la Pontes y la Morente un poco desajustadas entre sí en ese comienzo. Pero son dos grandes, dos muy grandes. Dos mujeres con una personalidad im-pre-sio-nan-te. Me da igual si, como han dicho hoy las críticas, compiten entre ellas por dar la nota más vibrante. Tienen un par de voces que te ponen los pelos de pollo (que dice sir Alfred, un amigo) y el estómago en los pulsos. Es cierto que el espectáculo agradecería quizás un poco más de acoplamiento entre ellas. Pero tampoco importa demasiado, porque estas dos se ponen al mundo por montera, les sobran recursos, y se lo pasan teta en el escenario Incluso a los músicos, doce, como los apóstoles, se les notaba el buen rollo escuchándoles transitar por temas que recorren desde Los cuatro muleros a Gracias a la vida, pasando por interpretaciones ortodoxas del fado y los palos flamencos, o las versiones atrevidas y espléndidas de Cancao do mar y Volver. Yo soy de las que creen que no pasa nada por mezclar y actualizar las tradiciones culturales. Así que disfruté mucho-mucho con esta mixtura del fado y el flamenco, y con la aparición entonada de las raíces árabes y africanas, y con el atrevimiento con que todo esto se interpreta. Valentía, sí señoras: Ponte y Morente, Morente y Ponte. Dulce Estrella.


Dejo un video de Youtube. No corresponde a la actuación del domingo en la Expo de Zaragoza. Hay algunos de ese día, pero se escuchan mal. Y sería una lástima.



3 comentarios:

39escalones dijo...

"Pelos de pollo = carne de gallina + piel de pollo".
La cosa debió de ser tremenda...
Besos

Luisamiñana dijo...

Oh, yes, sir, fantastic
Kisses

Javier López Clemente dijo...

Lo recordarás para siempre. Un fin de semana (te faltó Rubén Blades) heróico.
¿Qué no se compenetran la Dulce y la Estrella? Por Dios Luisa, si hasta se besaron. Empastaron perfectamente sus voces en los duos, me gustaría saber quien ha metido mano en los arreglos, me temo, me temo lo mejor. Señoras y un poco de pique, como debe ser entre las grandes, y complicidad, yo vi mucha complicidad, y esos pedazos de músicos (espero que no vosotros no os encontreis entre la pirara que los pito). Recuerdalo todo muy bien porque fue muy grande. La demostración palpable de que se puede ser fiel a las raices y jugar con la modernidad, todo en su justa medida.

De la Krall, dios mio la Krall, me parece que el año que viene la contrato para que se haga unas piezas en mi cumpleaños con mis sobrinos corretenado y Elvis Costelo en el bar preparando margaritas: Es una diosa, voz suave, técnica bestial a los teclados sin concesiones a lo popular, bueno cantar I have got you under my skin ya es algo popular, ¡¡¡pero como la susurró con fuegos artificiales y todo!!! y vale que se me ve el plumero, por lo extenso y lo pelotillero.

Salu2 Córneos.