Una de estas tardes oí hablar en el programa La Ventana de la Cadena Ser a una chica que había sufrido la carga brutal de los Mossos d´Esquadra en Barcelona, tras el desalojo del campus universitario, que llevaba meses ocupado por los estudiantes anti-Bolonia.
Antes de continuar, quiero afirmar que la brutalidad de la carga policial, a tenor de las imágenes difundidas, no tiene justificación desde ninguna instancia. Es sencillamente desproporcionada y brutal.
Después de oír la narración de los hechos por boca de la chica participante en aquella tertulia de La Ventana, me llamó la atención que ella misma se calificara como una persona “apolítica”. Creo que lo que realmente vino a decir es que la política no le interesaba nada. Yo me quedé un poco perpleja, la verdad. Porque me había parecido durante toda su intervención previa que precisamente lo que estaba haciendo, y de forma muy comprometida, era política. Si frases como las que se ven en la imagen de arriba no entrañan hacer política, entonces es que yo no entiendo para nada la etimología de la palabra.
Algo muy similar a lo que acabo de describir me sucedió hace algunas semanas. Estaba escuchando a un escritor de cierto renombre explicar algunos planteamientos de su literatura, sus intereses, sus inquietudes. Y después de una exposición plagada de terminología social, económica, cultural, al contestar a una pregunta del público, aseguró que la política no le interesaba nada. Recuerdo que también entonces pensé: pero si no ha dejado de hacer política en todo el rato…
Quiero entender que tanto la estudiante como el renombrado escritor se referían a la política “pequeña”. A la política profesional. A la política de tics, de discursos aburridos y sin imaginación, de actitudes para salvar la cara, poco valiente, a la política que se rige por las leyes de la publicidad y el márketing . A esa política que cada vez más está alejando, por contagio y extensión, a los jóvenes de la “cosa pública”. Y a los que no son tan jóvenes, también.
Pero igualmente entiendo que la culpa de tal desinterés no recae sólo y exclusivamente en los políticos. Colectivos como el de los estudiantes en estos días (tengan o no razón en el tema Bolonia, no entro en ello ahora) parecen empeñarse en alejar sus reivindicaciones del territorio de la política, sin duda debido al descrédito que la misma sufre. Individuos y colectivos como los escritores se empeñan igualmente en no aparecer nunca relacionados con nada que huela a política. Y señalo estos dos grupos, porque precisamente ellos fueron, con la antigua clase obrera, en los años sesenta y setenta dos de los grandes aliados de la Política con mayúsculas, de la política exigente, reivindicativa, comprometida con las mejoras sociales, con la denuncia de lo atrabiliario, fueron gente empeñada en no dejar la política sólo en manos de los políticos profesionales, en dotarla de su dimensión de “cosa pública”, de cosa de todos.
No seré yo quien defienda el discurso actual de la clase política en sus términos globales. Pero tampoco puedo compartir la asintonía de toda una sociedad con sus propios problemas. Es una paradoja de difícil resolución. Pero yo sigo convencida de que cuando escribo cosas como ésta, o un blog como Un blog para Daniel, o relatos como algunos que figuran en La arquitectura de tus huesos, sin ir más lejos, ahí también soy una mujer política, y hago cosas para la polis común. Y que conste que sería más fácil y más cómodo no creerlo, no soy tan ingenua.
Antes de continuar, quiero afirmar que la brutalidad de la carga policial, a tenor de las imágenes difundidas, no tiene justificación desde ninguna instancia. Es sencillamente desproporcionada y brutal.
Después de oír la narración de los hechos por boca de la chica participante en aquella tertulia de La Ventana, me llamó la atención que ella misma se calificara como una persona “apolítica”. Creo que lo que realmente vino a decir es que la política no le interesaba nada. Yo me quedé un poco perpleja, la verdad. Porque me había parecido durante toda su intervención previa que precisamente lo que estaba haciendo, y de forma muy comprometida, era política. Si frases como las que se ven en la imagen de arriba no entrañan hacer política, entonces es que yo no entiendo para nada la etimología de la palabra.
Algo muy similar a lo que acabo de describir me sucedió hace algunas semanas. Estaba escuchando a un escritor de cierto renombre explicar algunos planteamientos de su literatura, sus intereses, sus inquietudes. Y después de una exposición plagada de terminología social, económica, cultural, al contestar a una pregunta del público, aseguró que la política no le interesaba nada. Recuerdo que también entonces pensé: pero si no ha dejado de hacer política en todo el rato…
Quiero entender que tanto la estudiante como el renombrado escritor se referían a la política “pequeña”. A la política profesional. A la política de tics, de discursos aburridos y sin imaginación, de actitudes para salvar la cara, poco valiente, a la política que se rige por las leyes de la publicidad y el márketing . A esa política que cada vez más está alejando, por contagio y extensión, a los jóvenes de la “cosa pública”. Y a los que no son tan jóvenes, también.
Pero igualmente entiendo que la culpa de tal desinterés no recae sólo y exclusivamente en los políticos. Colectivos como el de los estudiantes en estos días (tengan o no razón en el tema Bolonia, no entro en ello ahora) parecen empeñarse en alejar sus reivindicaciones del territorio de la política, sin duda debido al descrédito que la misma sufre. Individuos y colectivos como los escritores se empeñan igualmente en no aparecer nunca relacionados con nada que huela a política. Y señalo estos dos grupos, porque precisamente ellos fueron, con la antigua clase obrera, en los años sesenta y setenta dos de los grandes aliados de la Política con mayúsculas, de la política exigente, reivindicativa, comprometida con las mejoras sociales, con la denuncia de lo atrabiliario, fueron gente empeñada en no dejar la política sólo en manos de los políticos profesionales, en dotarla de su dimensión de “cosa pública”, de cosa de todos.
No seré yo quien defienda el discurso actual de la clase política en sus términos globales. Pero tampoco puedo compartir la asintonía de toda una sociedad con sus propios problemas. Es una paradoja de difícil resolución. Pero yo sigo convencida de que cuando escribo cosas como ésta, o un blog como Un blog para Daniel, o relatos como algunos que figuran en La arquitectura de tus huesos, sin ir más lejos, ahí también soy una mujer política, y hago cosas para la polis común. Y que conste que sería más fácil y más cómodo no creerlo, no soy tan ingenua.
12 comentarios:
Pienso que a la mayoría de jovenes de este país no nos interesa la politica...visto lo visto.
Programas que ni son coherentes ni se pueden cumplir!
Y para postres...Obama.
No me gustan sus discursos y no me gustan las caras de quienes le han votado.
El día de su investidura estuve escuchándolo un poco: "los verdaderos valores de nuestro país no son el ejército ni la economía sino la libertad, la justicia y la igualdad". Una frase que tiene 200 años pero que emociona a pobres gentes de baja formación, jóvenes amermelados y otros ignorantes. Comenzando una recesión que puede ser la mayor de la historia del capitalismo, los valores no son la economía sino las palabras huecas. Un experto demagogo de 27 años le escribe los discursos, él los pronuncia con esa maestría y convence a toda esa generación de jóvenes norteamericanos, que parece ser tan necia como la española.
A los EEUU le ha pasado lo peor que le podía pasar: cuando más falta hacía un tecnócrata versado en crisis económicas, ponen a un orador sin ninguna experiencia que va a querer quedar bien con todo el mundo. Nosotros aquí ya tenemos la nefasta experiencia de ZP.
Obama representa la decadencia del imperio norteamericano y, por extensión, la de las demás democracias occidentales porque muestra la total falta de substancia en los políticos. Se llega ya al absurdo: se ganan las elecciones con dinero de aportaciones anónimas y con retórica y nada más. No hay programa ni ideas nuevas. No hay razonamiento, todo es sensiblería. Dice que ahora está eligiendo a sus asesores. ¿Ahora es el momento, después de ganadas las elecciones? ¿Y cómo las ganó sin equipo gestor ni nada? Las ganó hablando. Y luego viene el pago de favores a quienes lo han puesto ahí.
Cuando llegue la miseria y el caos a los EEUU, la gente va a mirar a este monigote como nosotros miramos a nuestro ZP: ¿por qué lo votamos? Porque decía que quería un mundo nuevo, una España nueva, un infinito anhelo de paz, una justicia mundial. Compramos jerigonza y eso es lo que nos dieron. Podríamos haberle dado un programa de televisión y nos hubiese salido más barato.
Pues yo creo que todos, incluso aquellos que lo niegan, tarde o temprano hacemos algo "político", incluso sin ser conscientes de ello: protestar por temas como Bolonia, hacer huelga, o aunque sea escribir una entrada quejándonos por la ley antitabaco, u organizar una protesta para tener un instituto en condiciones en el que estudiar (este último ejemplo lo pongo porque es curioso: en mi pueblo hicimos hace muchos años una protesta para esto, y nos reunimos todos en Sevilla ante un edificio-no recuerdo cuál era-con pancartas y demás, pero ninguno, en ese momento, éramos conscientes de que estábamos hablando de "política".
En mi clase, la frase que se oye más es: "soy apolítico porque no me siento representado por ningún partido", el problema es que cuando hablan de "ningún partido", no se refieren a todos los partidos a los que se les puede votar, sino a los dos de siempre (puede que si hubiera oportunidad de conocer más de dos partidos esta gente encontrara entre todos alguno con el que sí se identificara), pero yo pienso (aunque igual me equivoco) que el simple de decir "no me siento representado por ningún partido político" ya es hablar de política y "ser político"... pienso que, independientemente de que nos guste o no el panorama, no podemos, ni debemos, escapar de la política, porque es obvio que lo que hagan los políticos te va a afectar, y por tanto la política forma parte de tu vida, como los estudios o como el trabajo (que además, como estamos viendo en estos días, no es precisamente ajeno a la política)... aunque no te guste.
Un beso.
Rosa.
La gente tiene ganas de vivir tranquila y toma, sin darse cuenta en su mayoría, el camino equivocado: confunden amnesia con tranquilidad, y la buscan como sea leyendo los libros que se leen o viendo los programas de televisión , los deportes o el cine que se ven. La mayoría de la gente se niega a que la saquen de ahí: eso les exige esfuerzo, interesarse, moverse, pensar, reflexionar, compartir, preocuparse. ¿Y quién quiere preocuparse cuando pensamos que tranquilidad equivale a indiferencia o anestesia? De todos modos no es de extrañar vista la "transición" que tuvimos...
Besos luneros.
Bien, Estel, puedo entenderte. Bien y entonces ¿qué hacemos?
Un abrazo
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Yo, Rosa, incluso iría más allá de que uno pueda simpatizar o no con los partidos no mayoritarios. Iría hasta el límite de la responsabilidad individual de cada uno respecto a sus ámbitos vitales. En el fondo ese es el tema que realmente a mi me preocupa: creo sinceramente que detrás de esa actitud "apolítica" lo que late es una falta total de responsabilidad. Esa es nuestra cultura.
Abrazos
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Alfredo, de acuerdo en lo que planteas y en tu análisis. Pero no me basta. Tranquilidad posiblemente todos queremos. Al menos en algunas cosas. El problema es confundir tranquilidad con "irresponsabilidad", como venía a decirle a Rosa. Para mi no tiene nada que ver. El equilibrio individual se puede conseguir de muchas maneras. Estamos convencidos de vivir en el mejor de los mundos posibles. Nos pierde el orgullo (hablo del primer mundo, claro; aunque el segundo y el tercero copian nuestros tics en cuanto pueden, por desgracia).
Abrazos primaverales
Bueno, creo que está más que claro que partimos de un error de base: circunscribir la palabra "política" a lo que hacen PSOE, PP y gran parte de los integrantes del elenco de partidos con cierto nombre en el panorama mediático. Si, de cara a la galería.
Con tanto decorado nos hemos olvidado del verdadero sentido de la obra: organizar, dirigir, administrar la "polis" como bien dices.
Atrás queda ya cualquier amago de responsabilidad sobre lo que nos rodea...¡y que bien se vive en la inopia oye!.
Negarse al Plan Bolonia es un acto político, como lo es reclamar el derecho a la ciudadanía de un discapacitado, de un inmigrante o de maría santísima. Como lo es exigir equipamientos para los mayores, y para los chavales...como lo es reclamar una gestión humana de los recursos a nuestra disposición.
Está claro que debemos esa mentalidad a una cuadrilla de mangantes..pero eso no nos exime de responsabilidad. Nunca.
Utilicemos correctamente los términos. Seguramente esa chica lo que no quiere es ser como tal o cual diputado, ministro o vocal de grupo. Nada más.
Pero sus actos en general, y acudir a esa manifestación en particular, son absoluta y dignísimamente políticos.
Le guste o no.
Comparto plenamente tu reflexión, luisa. Nuestra vida entera, desde el nacimiento hasta la muerte, está regida por la política. Me resulta difícil imaginar cómo hay quien piensa que está fuera de ella, o que es ajeno a ella, o que, si no le presta atención, la política deja de existir. Es un error garrafal, porque en definitiva, eso le víene de perlas a los políticos desaprensivos: así pueden hacer lo que quieran sin que nadie les pida cuentas, sin que nadie les exija, les empuje, les reclame nada.
Cierto que hay pólíticos que nos cansan, políticos que sólo miran por los intereses de los suyos y políticos corruptos: es precisamente a ellos a quienes mejor les viene que los ciudadanos se "desapeguen" de la política, porque así campan a sus anchas. Esa es su baza. Y tratan (y desafortunamente, consiguen con demasiada frecuencia), que los ciudadanos metan a todos los políticos en el mismo saco. Cuando, a veces, alguien me dice que, por ejemplo, Psoe y PP coinciden en algo, siempre respondo: puede ser, es natural que coincidan en cosas. Pero ni vienen del mismo sitio ni van al mismo lugar. Eso hay que tenerlo claro.
En fin, luisa, una entrada muy interesante y muy actual. Abrazos.
Bueno, recuerdo la broma que se hacía en los ya lejanos tiempos de la Transición: aquella de "Yo soy apolítico: no soy de derechas ni de esa mierda de izquierdas".
No puedo evitar pensar en eso cada vez que oigo a alguien declararse "apolítico": un puntazo para las derechas, que tradicionalmente han considerado que se vivía mejor sin partidos políticos.
El problema es que la "clase política" a veces desespera, por marrullera, y uno tiende a desmarcarse, como se ha apuntado aquí ya. Son unos irresponsables que nos están haciendo aborrecer todo lo que tiene que ver con "la política"...
Pero la política es otra cosa: es todo lo que nos rodea, somos animales políticos. Lo dice muy bien LaMima.
Con lo de los escritores me tocas un tema sensible que me puede: se admira a los que en otro tiempo (no lejano) se comprometieron con su mundo, pero ahora esa misma actitud no se considera "cool"... Ay, se me llevan los demonios.
Ahí está la cosa Luisa!
Qué podemos hacer???
Estels, yo creo que como poco lo que podemos hacer es devolverle al concepto de "política" su dimensión social. No dejarla en manos de los que la usan como puro mensaje comercial para delinear una realidad que sólo converge hacia un punto.
Yo quiero que mis actos, en la medida en que tengan la más mímina posibilidad de transformar algo de mi entorno, lo que sea, por poco que sea, se entiendan como actos de política, para mi polis. Quizás es un planteamiento heredado, quizás. Pero no todo lo que tiene más de veinte años está trasnochado ni es desdeñable.
Invertir la tendencia, eso es lo que quizás podemos intentar hacer. Y en vez de separar cada acto individual del interés general, intentar que ese acto tienda hacia lo común. Ya sé que es un poco utópico. Pero aunque no lo parezca no hemos llegado hasta aquí ( y a pesar de todas las cuestiones negativas estamos mejor que hace 15 siglos) a base de no hacer. Y, de verdad, a menudo esos hechos estuvieron en manos de gente que iba a la contra. Esto es la pescadilla que se come la cola: nos hacen creer que la tele basura es lo que la gente quiere ver. Pero tu colocas una buena película en prime time, o un debate de interés, y consiguen audiencia, importante audiencia. Claro que si nos conformamos con la tele basura. En política es igual. Yo recuerdo políticos de gran altura intelectual, arriesgados (estuviera yo o no de acuerdo con ellos). Pero ya no pedimos esa estatura. A lo mejor es que es más cómodo también éso. Yo no quiero ceder mi cuota de responsabilidad. No me gusta que piensen por mi. No me gustan que crean que soy lo que no soy.
En el fondo es muy sencillo.
Te entiendo...
Pues sí... todos tenemos nuestros ideales!
El desencanto que tenemos es por nuestros políticos actuales.
Cada día se parecen más a vendedores de alfombras persas!!!
Hoy por hoy, Estels, eso es lo que son en general... Aunque respecto a Obama yo no soy tan dura como tú. No me parece tan de cartón piedra. Quizás ha sabido captar el delicado momento en el que la civilización occidental está. A veces ocurre. Aunque desde luego hay que esperar.
Pero yo no hablo sólo de ideales. No quiero ni pretendo grandes cosas. Pero simplemente mi decisión diaria de elegir entre autobús o autómovil implica algo, y de eso en algún momento tendremos que volver a ser conscientes. Así que no son solamente ideales. Es consciencia de nuestras responsabilidades. Que luego eso tenga más o menso efectos ya dependen de muchas cosas, lo sé. Pero lo fácil es excusarse en ello, y excusarnos los uno en los otros. Eso es cómodo. Por otro lado, los políticos nunca han resulto nada que la sociedad no haya planteado de antemano de una manera o de otra.
Un abrazo.
Sería muy interesante un estudio en profundidad sobre ZP y la mentira. Si fuese yo la directora de un periódico de derechas, pondría a uno a hacer un reportaje de cuatro páginas. Desde sus primeras promesas electorales en las que iba a construir no sé cuántos miles de viviendas hasta su "no son parados, son personas que se han apuntado al paro" hay un largo camino. Detrás de todo eso parece intuirse la zarpa de Pepiño Blanco.
La credibilidad de estos gobernantes es tan baja que la gente se acostumbra a vivir al margen de ellos, como si fuesen parte de la dinastía borbónica. Llega un momento en el que desconectan y se dedican a su vida cotidiana. Luego decimos que España es un país de pícaros, pero la pregunta es: ¿se puede vivir dignamente confiando en el Gobierno de tu país?
Otro abrazo, Luisa.
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