miércoles, 31 de marzo de 2010

Tras los ojos de una radio


















Antes de ser una avenida, Tenor Fleta tenía una zanja
por donde el tren cruzaba Zaragoza
existían pequeñas parcelas y casas muy modestas
como aquella en la que yo vivía.
Por las noches retemblaba mi habitación cuando
pasaban los expresos
y yo, insomne, soñaba viajes en coche cama con cenas de ensueño
en el vagón restaurante.
Mientras, Alberto Oliveras nos decía que éramos formidables
desde una radio que aún conservo, vieja y callada hace decenios.
Le falta alguna pieza, como a mí media vida,
pero aún vive en silencio y, ahora, tiene calefacción central
y aire acondicionado.
Más siempre no fue amable esta radio vieja y silenciosa,
sobre todo cuando el padre Peyton desgranaba su rosario en familia
y el dictador de la voz de pito y el alma de piedra gritaba sus arengas.
Doroteo Martí hacía llorar a mi madre con maldades noveladas
y Pepe Iglesias el Zorro cantaba su cancioncilla intrascendente
mientras yo pretendía resolver el teorema de Pitágoras
en papeles usados:
“La suma de los cuadrados de los catetos es igual a…”
En aquel colegio de bombillas sucias y niños con miedo
El hermano Julio me había intentado meter mano
(me quería mucho el hermano Julio, pero yo siempre
salía temeroso;
me susurraba al oído cosas que por fortuna no recuerdo).
Por la noche, la radio encendía sus ojitos y sé que nos veía
cuando mi padre regresaba cansado de golpear el viento
y mi madre desenvolvía el papel de estraza de la cena;
yo le guiñaba entonces un ojo a mi radio, vieja compañera
de aquellos días en penumbra
donde soñaba viajes en expresos de sillones lujosos
c omo los de los filmes
y le daba las gracias por animarnos a vivir.


(De Ayer fue sombra, poemario de Miguel Angel Yusta, por el que ha recibido el Premio de Poesía Delegación del Gobierno 2009)

6 comentarios:

ybris dijo...

Bien sentí no poder estar allí para dar un abrazo a Miguel Ángel, a ti y a todos.
Y es que, además, por obvias razones, a los dos nos cubre aproximadamente la misma sombra del ayer.
Las ciudades no fueron las mismas.
La radio casi sí.

Besos, Luisa

Isabel Barceló Chico dijo...

Una evocación bella, entrañable y sincera. Enhorabuena a Miguel Ángel Yusta por este poema y el premio.
Que descanses estas vacaciones. Un abrazo.

laMima dijo...

Que cantidad de vida en unas líneas... magnífico.
Me gusta ese final: una radio que anima a vivir. ¿La seguimos teniendo?..
Enhorabuena de nuevo a Miguel Angel.

roberto dijo...

Gran foto, gran poema. Miguel Ángel es grande.

Marisa Peña dijo...

Es un poemario emocionante, esclarecedor de un tiempo que para algunos nunca pasó, pero en fin...bravo por Mayusta, por su arte y su valentía a la hora de mirar al pasado sin remilgos.Mil besos

Miguel Ángel Yusta. dijo...

JOLÍN...Gracias, Luisa: eres un sol. Y gracias a quienes con tanto cariño comentan esas líneas que, sí, salen del alma. BESOS