miércoles, 5 de mayo de 2010

La ficción nos mata









La actual ¿coyuntura? económica y en consecuencia (junto a otras causas) el actual estado político y social de cosas (o mundo, digamos) tiene mucho que ver, yo diría, con un irresponsable desarrollo de la ficción.


Véase por ejemplo la reflexión-advertencia del ex-ministro but inteligente Boyer, que además tiene la información:


http://www.elpais.com/articulo/opinion/Ganar/dinero/apostando/desastre/elpepuopi/20100430elpepiopi_11/Tes


Ejercicio irresponsable de la ficción han sido también la burbuja inmobiliaria, los alegres créditos tramposos, hasta la negación de la ¿coyuntura? crítica.


Siempre es necesaria una dosis de ficción. La materia y la energía necesitan esa dosis de ficción para regenerarse. Pero una de las consecuencias del desarrollo tecnológico está siendo el aumento exponencial de la ficción. El universo tecnológico está evolucionando a mayor velocidad que nuestra capacidad para administrarlo, incluso para comprenderlo. Es una máquina de producir ficciones. Pero todavía no sabemos prever las consecuencias que la vida-ficción tiene en la vida-real. Todavía mantenemos la frontera entre ambas. Y eso nos está matando.



¿Qué hacer?






4 comentarios:

ybris dijo...

Recorté el artículo porque coincidía con mi impresión de que hay quien se enriquece con la ficción.
Aunque dañe como todas la mentiras o como todas las verdades incompletas.

Besos.

39escalones dijo...

Es que no han tardado en darse cuenta de que la gente se cree más lo que pasa en las películas que lo que pasa fuera de ellas, la tele lo ha convertido todo en telefilmes, y claro, no les cuesta nada utilizar los mecanismos de la ficción para engañarnos como a chinos. Aunque eso es viejísimo: la Iglesia lleva vendiendo ficción dos mil y pico de años, y después de ella todo lo que se acerque al poder ha hecho lo mismo, desde la invención de la raza aria hasta el hundimiento del Maine. ¿Qué es la Historia con mayúsculas sino una gran ficción? El marketing de la posteridad cambia las tramas según vengan dadas. Aceptarla como convención no la convierte en auténtica. Lo mismo que leer los periódicos y presuponer su rigor no convierte lo que dicen en certezas. Más bien invitan a pensar lo contrario, tal como está el patio... Amos, digo yo.
Besos.

39escalones dijo...

El rollo este de la comparación películas-realidad lo citaba a cuento de un estudio británico que dice que la mayoría de los estudiantes de secundaria opinan que Churchill es un personaje de ficción y que Gandalf es un personaje histórico... Pues eso.
Más besos.

Luisamiñana dijo...

Ybris, una de las cuestiones que están haciendo mucho daño es la utilización tan perversa de la ficción.

Como dice Alfredo, ésto no es nuevo. Pero quizás lo que está introduciendo valores diferentes en la influencia de la ficción sobre la realidad (que como digo siempre ha existido, incluso antes de la iglesia católica, Alfredo: los griegos lo tenían muy claro el tema, por ejemplo), es la indiferenciación a priori de los universos real y fictio, junto a la enorme capacidad de producir ficción que ahora tenemos, lo cual influye a su vez en esa posibilidad de estar inyectando ficción casi todo el tiempo en la "vida real". Desde mi punto de vista, esa "democratización" de la producción de ficción y del consumo de ficción propiciado por los recursos tecnológicos (y no me refiero sólo a la tecnología de la información -auqnue ésta sea la mayormente responsable, podríamos hablar también de los transportes, o de las capacidades de sobreproducción fabril, etc)- es la que está introduciendo nuevos parámetros en la influencia de la ficción en la realidad.
Hasta el siglo XVIII, más o menos, ambos universos (realidad y ficción) convivían con una cierta naturalidad -incluso en el Renacimiento, que nunca renunció culturalmente hablando a la magia, por ejemplo-. Pero evidentemente la elección en occidente de los parámetros racionales como más válidos que los míticos para ordenar el mundo, la asimilación de la ciencia y la racionalidad (que hoy ya no me parece sean tan equivalentes), introdujeron la guerra entre ficción y realidad, las separaron brutalmente, o eso se pretendía.
Nos estamos alejando de esos valores racional-burgueses. Estamos volviendo a la convivencia entre ficción y realidad, pero en cantidades ingentes de ficción, que no podemos digerir, porque se nos había olvidado que los efectos de una y otra se producen sobre las mismas instancias y los mismos individuos y sobre todo porque ahora todos los individuos son, como decía, productores y receptores al tiempo de esa ficción (ejemplo las famosas hipótecas subprime, y la confusión de que hablas, Alfredo, en los chavales ingleses -y en todos los de otros países, si preguntaramos, seguro- entre los personajes reales y de ficción: es que les da igual, en su cabeza todo funciona al mismo nivel).
Y ésto tienen unas consecuencias que todavía no somos capaces de percibir, creo, en todo su alcance (bueno, Cervantes lo hizo, hay que extrapolar sin más).

Kss