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domingo, 20 de septiembre de 2009

Flor




No me digan que no parece una esquina francesa. Aunque no lo sea y el nombre de la calle (Temple) donde se encuentra la Creperie Flor tenga sus propias rotundas evocaciones.
Quiérase o no, cada cual dispone de su geografía emocional ligada a la ciudad o ciudades en las que habita o en las que vivió. En Zaragoza, la Flor es parte de esa geografía personal. Hace unos días se lo comentábamos a Pepe Rebollo, el fundador de este pequeño restaurante: hemos estado viniendo aquí desde el principio. Y él, tan irónico como tierno que es: ufff, ni me lo digais. Ayer no estaba y lo lamentamos. Nunca se nos había ocurrido preguntar por la razón del nombre que lleva el más famoso postre de la casa: la tarta Marianella (maravillosa, por lo siglos de los siglos: chocolate y nueces y nata, pero diferentes, y lo dice una en absoluto laminera, y lo sostengo aunque ya no seamos capaces de comernos más que media ración y a medias). Nunca se nos había ocurrido investigar la razón de ese nombre hasta ayer: pero nadie lo sabía. El martes se lo preguntaremos a Pepe, nos dijeron. Bendigo esa tarta, su forma de llegar a través del tiempo hasta ahora mismo. Bendigo algunos de los recuerdos que guardo ligados al sabor de las crepes de la Flor, y bendigo ese lugar pequeño, ese poderoso escenario, ese mundo paralelo . Hace no mucho le dije a Pepe Rebollo que habría que remozar un poco el aspecto de las hermosas pinturas que trazó en el techo su amigo Jorge Gay. Pero quizás no. Quizás todo deba quedarse como está. Hay lugares que son lugares en sí mismos y cuando estamos en ellos somos como quieren que seamos.
Y después de la nota sentimental, la recomendación práctica: del ententido Juan Barbacil, en Redaragon, que no sólo de sentimientos y estampas pseudoliterarias viven las personas humanas, ni los restaurantes.
** Este es un post-estampa con dedicatoria: para esos amigos que cada vez que vienen desde la lejana y culta Almansa (Albacete) peregrinan a La Flor y conservan su número de teléfono en la agenda de sus móviles como un relicario.

sábado, 23 de mayo de 2009

Resurreción

Quizás por primera vez (o no, quién sabe) esta mañana me he alegrado de no haber tenido tiempo de hacer algo.



Este par de palos paupérrimos, escuálidos, de astillosa apariencia son mi magnolio. Ha estado a punto de morir tres veces por lo menos. En tres ocasiones de su vida vegetal ha estado muy grave. De hecho, desde hace tres meses lo di por muerto y me despedí de él. Es más, oficié por él una especie de ceremonia para conjurar de una vez por todas el regreso de una energía positiva que parecía habernos abandonado a él y a mí: le di vueltas y vueltas, incrédula, lamentándome. Pensé que él había muerto llevándose un montón de miasmas grises y empachosas que me habían abrumado un poco durante el invierno. Mi magnolio, como en las leyendas y en las brujerías, había atraído el mal y se había sacrificado para que yo viera la luz:) -- dicho con elocuencia romántica.

También es verdad que yo pasé varios días sin darme cuenta del accidente sufrido por el sistema de riego, justo a su altura: mi magnolio estuvo muchos días sin agua.

Claro que yo no me había dado cuenta de ese accidente seguramente debido a las miasmas, a la niebla pesada alojada en mi cabeza.

En fin, a magnolio muerto, mimosa adquirida para sustituirlo (me gusta mucho el nuevo Verdicora de Pla-Za, y la encontré allí, magnífica en primavera, un poco cara, es verdad: las plantas han subido mucho de precio últimamente).

La puse en su pequeño recipiente sobre el gran contenedor del magnolio, bien regada. A la espera de tener un rato para extraerlo a él y plantarla a ella. Corté las ramas del magnolio todo lo que pude en vistas a facilitar la tarea final. Pero no he tenido tiempo de hacerlo todavía. El tiempo (o su falta) me ha impuesto la paciencia.

Y véte aquí,

Resurrección. A mi magnolio le han salido unas hojas verdes y chulísimas. Le han salido desde esas ramas asprosas, tan amarillentas por dentro que ni imaginar podía yo la posibilidad de que este campeón arboricora aún tuviera ni un hilo de savia ascendiendo y desciendo por sus circulos leñosos.

¡Mi magnolio vive!

Pero como el viburno sí que se ha muerto (ése sí), plantaré a la mimosa en su lugar. Al viburno, pobre, no le tenía tanto aprecio. Y despejar, algo ha despejado.




jueves, 15 de enero de 2009

Cómplices


Fotografía: Miguel Angel Latorre © 2009

Importa la complicidad. Con lo particular o lo universal. Da lo mismo. Aunque no. No da lo mismo. Importa más con lo particular. Seguramente importa más la complicidad con lo particular, puesto que la otra tiene demasiado de romanticismo lordbyroniano (estilo Napoleón, digamos, gestual) y poco de hola, qué tal aquí estamos tú y yo, pues eso, qué hacemos, va da lo mismo, ¿unos bolos?, ¿una peli?, paseamos y me cuentas.

Así que sustancialmente importa la complicidad con lo particular. Por ejemplo:


La del escritor Manuel Vilas con su perro, el gran Golo, que ha muerto esta misma tarde. Posiblemente Golo fuera quien mejor conociera a Manuel Vilas, pues tal cosa es un don de los perros. Y por eso es justo que ahora Manuel Vilas le pida perdón a Golo, mientras Golo aprende a trotar en blandito. Un abrazo, uno para cada uno. Separarse duele si hay complicidad.

Por ejemplo también la complicidad con mi vecina del cuarto, hace un rato, en el ascensor, cargadas las dos con un montón de bolsas del supermercado. Eran las nueve de la noche. Larga jornada. Que aún no ha terminado. Ni una palabra al respecto. Ni una palabra. Complicidad de la sonrisa en la despedida: hasta luego, buenas noches, que dice: vaya, ahí estamos ¿no?, ya entiendo.

Importa mucho la complicidad absoluta entre Anamá y su hija Violeta, que ha cumplido 15 años. Mano a mano las dos durante ya 15 años. Un día escribía Anamá, de Entre Ríos -Argentina- que siente a menudo la lejanía respecto a todos los que pueden atender a sus hijos con discapacidad con sofisticadas fisioterapias, terapias diversas, grandes medios técnicos y tecnológicos. Anamá y Violeta inventan cada día con su complicidad las soluciones para cada uno de los problemas que surgen. Su complicidad les da vida.


Me llama una amiga a la que vuelvo a ver después de un buen número de años sin hacerlo. La conozco desde hace siempre. O casi. En estos años de invisibilidad han sucedido cosas que desconocemos una de otra. Pero dos minutos de conversación por el teléfono móvil sostienen la misma complicidad del principio Ella me dijo una vez, paradas las dos ante un semáforo: si tienes que marcharte, véte, no te quedes por mi, sigue adelante. Yo lo haré también, me dijo. Ya volveremos a encontrarnos y ahí estaremos. No fue una conversación de adolescentes en términos lordbyronianos. Fue verdad y así ha sucedido una y otra vez. Es la complicidad de la libertad. Separarse puede no doler si hay complicidad. Una complicidad que sobrevive y liga los acontecimientos.


Parece claro. Lo que buscamos son cómplices. Tener cómplices es lo importante.
Pero ser cómplice en lo particular no es fácil.
Es quizás lo más difícil.



miércoles, 3 de diciembre de 2008

Augurios


Son Venus, Júpiter y la Luna. Estos días están en conjunción. Y las conjunciones astronómicas siempre son de una belleza inclasificable. Además de ser ecuación de augurios.

Deberíamos mirar más las estrellas y los planetas. Me parece necesario reconocerlos. Son los alrededores. Hay que conocer los alrededores. No sé medir distancias, ni trazar coordenadas. Me pierdo con muchos conceptos. Pero eso no importa para que todo lo de ahí afuera me parezca fascinante.
Esta tarde, sólo unos momentos, Venus, Júpiter y la Luna han asomado sobre el cielo de Zaragoza, bajo la capa de nubes, hacia el sur-oeste. No he podido hacer la fotografía. Pero la posición era similiar a la que veis arriba.


lunes, 10 de noviembre de 2008

viernes, 22 de agosto de 2008

Agosto 22



Por fin los días de vacaciones van sucediéndose. LaMima acaba de escribir un comentario para este blog y veo que su nodo está en Arcos de la Frontera. Ella y su familia andan asomándose al lado cálido del Atlántico, dejándose llevar por el tiempo lento de las vacaciones. Daniel y sus padres han elegido este año la montaña. Otros amigos han volado a Escocia, o en sentido contrario hasta Canarias. Los hay que han llegado en coche hasta Galicia, o hasta la costa bretona. Unos cuantos se han ido a Nueva York y algunos vendrán a pasar unos días a Cambrils. Hay a quienes he reencontrado días atrás en Zaragoza recién regresados de una larga estancia profesional en el extranjero. El verano, Agosto, es así. Un poco desarbolado.

He escrito este párrafo y nos hemos ido un rato a ver el mar. F.S. ha dicho que iba a llover. La tarde se ha encerrado, se ha puesto más gris que azul y finalmente nos hemos mojado. Tan mansos nosotros ante la lluvia como ante lo que no tiene más opción. La lluvia, lenta, nos ha calado lo justo. Cerca de la orilla del mar la gente que anda en bañador no teme mojarse. Los que caminábamos en ropa de calle nos hemos ido refugiando en los chiringuitos, bajo los árboles, dentro de los coches. A mi me gustan estos días de verano con lluvia. Como ahora, ya de noche, ya con tormenta, que llueve en el jardín a brochazos.

Esta tarde gris no me apetecía volver a casa –suele ocurrir al contrario, que no tenga ganas de salir, en tardes así. Conducir con lluvia, junto al mar, me gusta mucho. En el Cap de Salou hay un faro. Junto al faro un edificio de apartamentos de los que hoy sería imposible construir, pegado al roquedal de la costa. En ese edificio pasamos hace unos años un par de buenos veranos y unos cuantos días de soleado invierno mediterráneo. Recuerdo especialmente las luces de los barcos pesqueros brillando en medio del mar oscuro durante las madrugadas. Y recuerdo los mediodías de intensa luz. Imposible salir a la terraza sin las gafas del sol. A pesar de los toldos marineros. Después de mojarnos a orilla de la playa de Villafortuny, hemos ido al faro. Siempre querré regresar allí de vez en cuando. Es ya un territorio mítico, por lo dicho y por alguna razón más que prefiero reservarme. Ha vuelto a llover al salir del coche. La vegetación está más verde que nunca. Verde la falda de pinar que cubre las rocas hasta el mar. La mirada no alcanza el horizonte del mar desde el Cap de Salou.

En Cambrils la lluvia había organizado un pequeño caos en el parking que hasta hace un par de años fue el estupendo y carísimo Mercado del Pósito. No me gusta pensar que ese parking lleva visos de quedarse ahí por años. Afea muchísimo el lugar y tanto coche es un auténtico dolor entre calles estrechas. Yo nunca llego hasta allí con coche. He atravesado andando ese parking-plaza para acercarme a la librería Galatea. Hay dos librerías en el Puerto de Cambrils y siempre encuentro algo entre el montonazo previsible de best-sellers. Esta tarde en Galatea me he llevado cuatro libros, entre ellos los cuentos completos de Pere Calders, en catalán, un idioma que me gusta mucho y al que alguna cosa debo.

Por fin, de noche, la lluvia mansa se ha transformado en una tormenta. Por ahora es amable. Vuelvo a consultar en la prensa y en televisión, todo entremezclado como lo están ofreciendo los medios de comunicación, las noticias acerca del accidente aéreo de Barajas y las de las Olimpiadas. Es una extraña mezcla. Es un extraño mes, Agosto.

jueves, 17 de abril de 2008

El bolso de Mary Poppins




Esta temporada que se llevan los bolsos grandes he aprovechado y me he comprado unos cuantos. Para tener de reserva, cuando vuelvan a imponerse las carteras pequeñajas e inútiles.

Los bolsos grandes me gustan mucho. Por estética. Y por necesidad. Ahora normalmente llevo uno marrón, enorme, con muchas cremalleras y bolsillos, al que Chema Lera llama el “bolso de Mary Poppins”.

Se entenderá por qué.

Cosas que había en mi bolso esta mañana, cuando he salido de casa, camino del trabajo:

El monedero
Una carterita pequeña con el bonobús (que uso poquísimo) y papelines
Llaves (de casa, del coche)
Teléfono
MP4
Pen Driver
Un pequeño neceser: pastillas, pinturetas, dispensador de perfume
Gafas de sol
Tres paquetes de pañuelos de papel empezados
Un paquete de toallitas húmedas
Un paquete de toallitas para limpiar las gafas
Un paraguas plegable (amenazaba lluvia)
Dos libretas
Nocilla Experience (la novela de Fernández Mallo, no el bote de chocolate chocolateado con avellanas - aunque sea una novela con nube de etiquetas)
Unos cds grabados para Daniel (que me tengo que acordar de darle luego)
Unos DVDs del recital poético de FS
El último disco de Lluis Llach, grabado en directo en Verges. El último.
Una bolsita de frutos secos
Un mandarina
Una manzana
Un paquete de chicles
Y un par de botones grandes que compré ayer y no me he acordado de sacar del bolso

(ayer viaje además todo el día con un par de cartuchos de impresora que tengo que cambiar en la tienda y nunca puedo)


Me acabo de comer la mandarina y la manzana. Los frutos secos a medias. Lo demás sigue en el bolso, y seguro que volveré a casa con algo más, por lo menos con las fotocopias de la página del Periódico de Aragón donde hoy Daniel Torres Burriel dedica su columna al blog de Daniel.

jueves, 13 de marzo de 2008

¡Esto sí es una colección!

Dedicada a Javier Torres, telefonólogo y fotógrafo casi profesional, poeta y hermes, que lleva en su macuto y en su cabeza casi tantos móviles como hay en la foto y tiene más líneas telefónicas que la Casa Blanca.


Foto: El País, publicada en el Ciberpaís de hoy

lunes, 10 de marzo de 2008

De la noche a la mañana



Esta mañana, camino del colegio electoral, F. llamaba mi atención sobre la suerte que tienen aquellos que han nacido con el derecho de votar ya adquirido. En realidad es una frase ritual que aparece siempre entre nosotros con motivo de esta ceremonia de las elecciones. Seguramente será incomprensible para la gran mayoría de aquellos a quienes alude. Y posiblemente es una manera de afianzar el convencimiento de la necesidad de ejercer este derecho, a pesar de todas las impericias, engaños y frustraciones del sistema democrático.

Yo ejerzo este derecho con convencimiento, porque soy consciente de dos cosas: que la democracia es una fórmula de convivencia basada en el voluntarismo y en la mutua y recíproca confianza entre los individuos y de que no quiero que a ninguno de los dirigentes políticos que temporalmente ocupan los puestos de poder que rige esa convivencia se les olvide nunca que soy yo quien les otorga ese poder. No es una ingenuidad. Las formas son importantes. Son las que ponen nombre a las cosas. Y las cosas tienden a ser como se llaman.


Anoche llegué tarde, ya de madrugada, a casa. Tuve que irme aprisa al Hospital Clínico de Zaragoza, donde el abuelo materno de mi sobrino Daniel pugna por seguir respirando. Por desgracia he pasado unas cuantas horas de mi vida en hospitales, acompañando y cuidando a gente que quiero. Nunca se está preparado, maldita sea.

Justamente antes de recibir la llamada que me hizo salir pitando en un taxi, había asistido, junto a unos puñados de amigos y conocidos, a la primera sesión de Poesía para perdidos. Se trata de un ciclo de encuentros poéticos y musicales que, con el auspicio de la Asociación Aragonesa de Escritores, se va a llevar a cabo en La Campana de los Perdidos, un local zaragozano de larga y enjundiosa raigambre en el panorama cultural y nocturno de la ciudad. Abrió ayer el ciclo Octavio Gómez Milián, con Pablo Malatesta a la guitarra, y le acompañaron en el escenario algunos amigos: Miguel Angel Ortiz Albero, Nacho Tajahuerce y Ana Muñoz. El poeta Fernando Sarría ha colgado algunas fotos de Javier Torres y Ana Muñoz en su blog El error de las hormigas . Manuel Martínez Forega, también poeta, hace una crónica muy vibrante en el suy. Y Ana Muñoz, poeta y musa y fotógrafa experimentadora, invitada de honor en la escena de la Campana, otra estilosísima.

Quería yo a mi vez haber contado por extenso el ambiente de este primer recitativo y algunas razones que hacen necesaria la celebración de este tipo de actividades dinamizadoras, que brindan la posibilidad de exponer en vivo al público el esfuerzo creador de los poetas. Pero la vida me ha llenado la cabeza de otras urgencias, para las que muchas veces no me sirve la literatura.

miércoles, 5 de marzo de 2008

La sombra de España será alargada



Hemos estado poco más de 24 horas en Cambrils (Tarragona). Me gusta el pueblo en estas fechas, cuando no hay estridencia ni ruido excesivo. Quizás incluso demasiada tranquilidad para un ser urbano como yo. Pasear junto al mar es un privilegio en tardes solitarias, como las que se pueden disfrutar sólo en estas fechas no vacacionales. Recuperar la visión casi adolescente del mar es lo que me gusta de esos paseos de horizontes limpios y despejados. Es posible mirarse al espejo con tranquilidad y un poco de tiempo. Suena cursi. Lo es. Pero funciona.

Ayer por la tarde hacía demasiado viento para permanecer largo rato en la playa. Así que luego me fui a dar una vuelta por el pueblo, básicamente a hacer algunos recados. Entré en la librería Galatea, por la que me gusta merodear un rato siempre que voy a Cambrils. Y allí, en primera fila de novedades encontré la última novela de David Trueba, “Saber perder”, que aún no he leído, no, pero a cuya presentación “mundial”, como dijo el propio Trueba, asistí el lunes pasado en Zaragoza, en otra de mis librerías-trampa, Los Portadores de Sueños.

Las presentaciones de libros tienen mala fama. Pero lo cierto es que muchas de ellas son simplemente un lugar de encuentro de amigos, de intercambio de pareceres, de historias, de chismes también, sí; son excusa para pasar un buen rato durante y después de la ceremonia. La de “Saber perder” fue bastante especial. Oficiaron, junto a David Trueba, Luis Alegre, Daniel Gascón y Pep Guardiola, que hablaron de todo lo divino y lo humano que se les ocurrió: del libro, claro, aunque tampoco mucho, de famosos, de Andy García, de la inmigración, de fútbol, de Barcelona, de Zaragoza… La parte erudita la encontramos en la reseña que Daniel Gascón había publicado el jueves en el suplemento Artes y Letras del Heraldo de Aragón y que se puede leer en su blog. Por cierto, la caña en el Café Zaragoza de la Plaza de España se está convirtiendo en una costumbre para algunos.

En Galatea compré “Ferry de octubre a Gabriola”, de Malcolm Lowry, un autor al que admiro en profundidad, seguramente porque nunca le importó perder pie. Pero no es esa la novela que he empezado a leer en Cambrils. En Cambrils he comenzado “Níquel” de Ferrer Lerín, que tenía pendiente y que se abre así: “Febrero, 1960. Joseph, La Muerte, camina por el oscuro, frío y húmedo pasillo que de la sala de disección conduce a la plataforma. La colilla en los labios, gafas con cristales de culo de vaso, interminable bata que debió de ser blanca arrastrando casi tanto como los dos cadáveres que lleva sujetos bajo los brazos.” Y digo: joder, menos mal que la playa me relaja. Lo que no sé es cómo tendré valor para leer esta novela ahora, a orillas del Ebro roto y de los gigantescos insectos que de día y de noche preparan la llegada de la Expo como la del advenimiento del día del juicio final.

De "España", de Manuel Vilas, que terminé una hora antes de partir para Cambrils, mientras desayunaba, sólo sé de momento que veo en adelante su sombra alargada-alargada.

Cuando volví de mi paseo atardeciente de ayer, Inma, la madre de Daniel, ese sobrino que se ha independizado en su propio blog, me cuenta que han llegado los pulsadores para el ratón adaptado del ordenador, que parece que los maneja bien y que el gran Daniel ha vuelto a merendar m-a-s-t-i-c-a-n-d-o una rebanada de pan con tomate (ya sabéis que no todo el mundo es capaz de masticar). Y estas cosas huelen a tierra, y a esperanza, y no importa que haga ventolera (como suele suceder en esta fecha cinco de marzo, en la que en Zaragoza es fiesta de guardar, porque se conmemora una victoria sobre tropas carlistas, desde siempre considerada como un símbolo del espíritu liberal de la urbe, cuando liberal era otra cosa). Una ventolera, digo, que azotaba esta tarde la espalda soleada de la AP-2, ésa en la que he sido feliz conduciendo contra el viento y hablando y hablando sobre las metamorfosis a las que nos va sometiendo Internet y este tiempo de simultaneidades en el que vivimos.

A lo mejor dentro de unos días hablo de La arquitectura de tus huesos, aunque no vaya a ser.

domingo, 24 de febrero de 2008

Felicidades, sir 39




El otro día, durante la cena bloggellonera, te oí decir que la única película que te gusta de la última década es Match Point. Pelín exigente te veo, sir, pero por algo será, seguro. Procura ser feliz. Un beso.

viernes, 22 de febrero de 2008

Realidad, menos mal



¡Qué malo es cuando el lenguaje no entiende lo que te pasa!
Dibujar cosas, cuerpos, rostros, paisajes en papeles sucios o en cuadernos reaprovechados tiene más sentido… Ojala hubiera sabido dibujar, tocar el piano, cantar bien, representar por ejemplo Tío Vania. Siempre he querido representar Tío Vania y Fuenteovejuna. También El Público.
Pero escribir, ¿cómo?

Esta semana mil realidades: menos mal:

como con N. y entiendo nuevamente que hay personas con las que no importa no verse en tiempo ni saber qué hacen: eso es mágico y no depende de ningún dato objetivable. No sabría cómo llamar a esa corriente que te hace entenderte aunque se proceda de galaxias diferentes y sólo se pueda hablar fragmentariamente porque nunca hay tiempo.


También como otro día con Inde y con LaMima y con la Marta más nómada del mundo. En Zaragoza sucede algo diferente. Los bloggers necesitan verse, tomarse juntos y juntas unas cervezas, cenar, reír… Cuatro mujeres con blog, que es como decir con patio abierto, nos juntamos a comer en La Teja, para contarnos cosas, un rato tranquilo, para ir un poco más allá que en los multitudinarios bloggellones. Yo creo que nos gustamos y estamos bien. Marta ha escrito un post estupendo y ya tengo ganas de que nos juntemos otra vez. No le robo la foto de su blog, porque no sale ella.

Después España. En la Fnac. Manuel Vilas deja en nuestras manos su novela. Lee un discurso apócrifo de Fidel Castro, que parece de Fidel Castro renunciante. Cuánto sabe Vilas, dicen todos. Montones de gentes. Sentí no poder saludarte, maestro. Pero hablé mucho con Loli y aprendí. La foto de arriba se la cojo a José Antonio Melendo, al que últimamente le tengo gran devoción y que ha colgado en Flickr un reportaje del evento. El discurso de Fidel estuvo precedido de dos muy personales intervenciones a cargo de Ignacio Peiró y David Mayor, ambas creo que justamente acodadas sobre el tono de la novela. He empezado a leerla. Ya he dicho en un comentario que se anuncia por fin la libertad de la prosa.




Aunque

La arquitectura de tus huesos no pueda ser. Y,

- no sólo por ello - ,


tengo que preguntarme si realmente las cosas en el mercado de la creación se están haciendo bien. No demasiado -diría, por no apretar las tuercas- . Pero ahora no estaría bien hablar de ello.

De todas formas, me olvido de ésto con bastante facilidad en el colegio de Daniel, esta mañana. Instructiva y agradable charla, - a la que me invita a ir Inma - , con Chus, su profesora, e Itziar, su logopeda. A Daniel no le gusta mucho que andemos tanto rato hablando de él y se dedica un rato a hacer el fantasma y mucho más a intentar conmovernos con su repertorio de “pucheros”. Pero está a gusto allí en su clase con todas nosotras alrededor. Y es muy gratificante poder tener consciencia compartida de cuanto vamos recorriendo. A primera hora tocaba hoy sala Snoezelen: de ésto hablaremos otro rato en el blog de Daniel.

Realidad. Menos mal.


* Actualización (01:40 del sábado)----->

Lujo de presentación la de Demolición del arco iris, de Angel Petisme. Y lujo de terna presentadora: Nacho Escuín, Jesús Jiménez y Ricardo Joven. El Centro de Historia es un lugar bastante desaprovechado en esta ciudad. Y la presentación creo que merecía mejor promoción. Pero lo hemos pasado tan bien... Ya aparecerán poemas del libro por el blog. Aunque faltarán las voces sugestivas de Ricardo Joven y el propio Angel Petisme. Un disfrute, sí.
Luego, el personal se ha trasladado a la inauguración de la exposición de Sergio Abraín en el Palacio Sástago de Zaragoza. Pero ha habido que dejarla a cambio la magnífica cena que nos han ofrecido los amigos M. & M. Ha sido una noche espléndida, chicos. Gracias.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Disculpad

Amigos bloggers míos, mi falta de cortesía de estos días. Ando trastocada de tiempo -acaso un poco de otro algo también, y no paso por vuestras cocinas-comedor con la frecuencia ni la dedicación que me gusta y mereceis.
Me da rabia.
Disculpas, pues.
Se promete recompensa.
(voy a poner a secar un poco de laurel y de tomillo--- aunque no sea tiempo)

viernes, 16 de noviembre de 2007





Dice la ciencia (Kaguya) : el punto de vista transforma la realidad.

Como la poesía.

Kaguya Hime.

¿No?

(arquímedes)


* La imagen corresponde a una instantánea extraída del video en alta resolución realizado por la sonda japonesa Kaguya


domingo, 4 de noviembre de 2007

No - vi - ombre


Playa de Cambrils (Tarragona)


*- No me he comportado para nada como una heredera de los celtas en estos días primeros de Noviembre; no he invocado a las sombras, j´ai ne vu rien d´ombres. Sobre el mar la luz era espléndida-.

Siempre me han sensibilizado mucho los cambios de estación (climática). Por ejemplo, recuerdo la alegría con que recorría en las mañanas de primavera las orillas del Paseo del Canal Imperial, camino de la Facultad de Letras. Y años antes, camino de la parada del autobús que desde el centro de Zaragoza nos transportaba a la Universidad Laboral. En los jardines inmensos y realmente hermosos que rodeaban aquellos feísimos edificios franquistas he conocido algunos de los paseos primaverales más placenteros de mi vida (que sólo estropeaba el asqueroso olor a coles podridas de la Montañanesa, una de las papeleras que corrompen el aire de Zaragoza, si sopla Bochorno).

El otoño me gusta menos, aunque me emociona por igual. Esta mañana, los campos que bordean la autopista Ap-2, al pasar por la hoya de Lérida y del Cinca, regalaban, nostálgicos, tantos ocres, rojos y apagados verdes que, durante una buena parte del camino, hemos venido hablando de noviembre, el mes en que la penumbra llega, dejándonos llevar por una sutil tristeza, la que pertenece al tránsito, o al viaje (como cantó Neruda). La belleza del color de la naturaleza en estos días es como la postrera belleza de la muerte, que dirían enfáticamente los románticos (que para estas cosas eran muy pasados). En contraposición, el desierto de los Monegros está ya casi cubierto del gris del invierno.

Antes de rendirme a la evidencia del frío y la escasa luz, tengo por costumbre, si no hay impedimentos crasos, en estas fechas del puente de Todos los Santos acercarme al mar. Quizás, porque aunque soy de tierra adentro nací a orillas del Mediterráneo. Llegarán el cierzo y las nieblas del valle. Pero yo me alimentaré todo el invierno del sol radiante y de la tenue brisa de estos días de paseos por la playa, por fin sin muchedumbres. Lo haré, aunque luego, por la tarde, en coche hacia la Romareda, hayamos sentido el frío de noviembre rodeando el cartel de "se traspasa" sobre la puerta cerrada de aquel pub de juventud, que había llegado hasta nuestros días prolongando la primavera, Bohemios... algunos lo recordarán, como lo hace Fernando Sarría.

- *Y menos mal que ha hecho un tiempo escandalosamente bueno, que si no, no hay post:) -

lunes, 29 de octubre de 2007

Ybris cumple

Como ando líada con la madera y los libros, estos días no he leído mucho (paradojas), ni en papel, pero tampoco en digital. No obstante, un pajarito me lo ha chivado: Ybris cumple. Gran ramo de felicidades para ti, guapísimo, y esta canción, que siempre me ha gustado mucho y que está llena de buenos sentimientos.



Dejo también un enlace a una web donde están las letras de las canciones de Elton John, para que se pueda seguir este "Your song".

Besos, y que seas feliz.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Felicidades, Mima guapa



¡Felicidades, guapa, mucha felicidad para ti!



Te dejo esta foto-regalo tomada en una tienda para turistones en Monreale, al lado de Palermo, donde hay un monasterio precioso. Como dijiste que te gustaban las marionetas, pues eso. Estas de la foto son de las que hacen para los guiris. Pero me gustó el teatrillo y su color. Así que espero que te inspiren fantasía, montones de ilusión y excelentes deseos, porque todo será merecido. Beso, besos, besossss

jueves, 27 de septiembre de 2007

Nápoles y Sicilia

Costa de Amalfi

Como adelantaban en Entrenómadas – (en un post que me ha hecho acordarme de aquellas crónicas antiguas de época, ja, ja, me encanta leerlas en viejos periódicos; los blogs recuperan perdidas tradiciones -es broma:-) chicas, un post guapísimo y lleno de cariño, lo sé; besos) - dentro de una horas salimos para Sicilia y Nápoles.

Hay lugares con los que participamos de idéntica genética histórica y cultural. Italia es sin duda uno de ellos. Alguien me dijo ayer, por ejemplo, que los sicilianos parecen más españoles que italianos. Veremos a ver. De momento comparto con las gentes de allá la melancolía de la Magna Grecia, o la desolación de Pompeya y Herculano, junto con la curiosidad por su historia, y también algunos momentos en que el pasado colocó a aquella tierra y a la mía bajo un mismo gorro político. Comparto también mi reconocimiento por textos como El gatopardo o las obras de Pirandello, y ya he encontrado en este viaje algunas cosas nuevas, como un libro sobre Sicilia de Ismael Grasa que me ha prestado la nómada Marta Navarro - tan atenta siempre a todo-, o la poesía del premio nobel Salvatore Quasimodo, que no conocía. Me voy con algunas guías y algunos libros de estos autores italianos para zambullirme en ellos en su terreno, si el viaje lo permite, que hay mucho que ver y que preguntar y que disfrutar. Son pocos días. No creo que podamos actualizar el blog. Así que dejo un fragmento de El gatopardo, la película que dirigió Visconti –a mí casi me gusta más que la novela-, en el que se recoge uno de los leitmotiv del discursos interno de Lampedusa en la narración.





Y cuelgo también un poema recién descubierto de Quasimodo, cuyo apellido mi word se empeña en escribir con “c”. El poema es del libro "La tierra incomparable".



DE LA NATURALEZA DEFORME

De la naturaleza deforme la hoja
simétrica escapa, el ancla ya
no la sostiene. Ya invierno, no invierno,
con una hoguera humea al lado del Naviglio.
Alguien puede traicionar
ese fuego nocturno, puede negar
por tres veces la tierra. Qué fuerte es
la relación, si aquí, desde hace años, qué años, contemplas
las sucias estrellas flotando en los canales
sin repugnancia, si amas a alguien
de la tierra, si cruje
la madera fresca y arde la geometría
de la hoja rugosa calentándote.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Gente guapa

LaMima me ha retado:-)

Es uno de estos juegos internáuticos que van rodando y rodando.

Son divertidos y amables.

Así que bueno, aunque cuando me siento en alguna terraza a dejar pasar el tiempo siempre me digo que los humanos somos en general bastante feotes, hay muchas excepciones, tantas como cada uno de nosotros, aunque sea en un cachito: esa oreja pegadita, el hoyuelo de aquel otro, esa rápida sonrisa, unos dedos contorneados del pie que asoma bajo la arena, la linea de un muslo casi perfecta contra la ropa y el viento, un culo bien hecho que tiene vida propia.., en fin, todos tenemos algo, seguro.

Claro que algunos, lo tienen casi todo.




El lo sigue teniendo a pesar del tiempo. Paul Newman sigue siendo guapo. Y aunque en esta foto está muy serio, sus ojos... y esa cabeza... Imaginad que sonríe ahora. De lo demás, no hablo. Hay una buena colección de fotos en Internet en todas sus edades y María Manuela ha colgado una fantástica. Atreveos.


Bueno, esta mujer no es un chico, claro. ¡Qué va a serlo! Pero no me he resistido a pegar su foto aquí porque la creo un ejemplar único del género humano. Ava Gardner era hermosísima. No hay apelación posible. Pondría a algunas más como representantes femeninas de la belleza, la sensualidad. Pero dejemosla a ella sola como resumen de todas nosotras, :):).





De niña veía sus peliculas y me entraba así como una cosa. De niña jugaba a imaginar continuación a las historias que veía en televisión, a las películas. Si había chico, y en casi todas, había, siempre tenía la cara de Tyrone Power. Como "el Zorro" me parecía irresistible.



Jeff Bridges me gusta, pero además me cae simpático. Parece no importarle ahora mucho su aspecto físico, pero yo os aseguro que en "Los fabulosos Baker Boys", mientras se camelaba a base de ser un chico malo a Michelle Pfeiffer, que no le queda a la zaga, era impresionante (39 escaloneeeeeeessss.... ¿un postecito, qué tal?)




Y para terminar dos latinos. O casi.



Leonardo Sbaraglia, ¡por dios!. Es guapo y real. Recientemente vi una serie de televisión bastante petardo, que no recuerdo cómo se llamaba, donde él salía. La serie era una de tantas. L.S. para nada. La veía por lo que la veía.




De jovencito, no me gustaba nada, nada, nada Miguel Bosé. Empezó a crecer, digamos. Y todo cambió. Soy friki irreductible. Y aunque parezca raro, no soy la única. Y además, cumplimos, él y yo, años el mismo día (el es más viejo, sí).

Y habría más, claro: James Dean, ¡¡¡Marlón Brando!!!! , en sus buenos tiempos, Robert Redford... en fin, pilarín.

Si alguién más se anima a continuar con la galería festiva...

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Mi pendiente handicapped


Escultura de robot, construida con material reciclado por Gordon Benett


Tengo unos pendientes con forma de robot que me gustan mucho. Son “molones”, la verdad. Los llevo puestos hoy, porque me combinan muy bien con el color verde del jersey pre-otoñal que he tenido que encajarme esta mañana, dados los escasos 11 grados de temperatura, con un poco de aire del norte, además. Estos pendientes tienen un defecto. A uno de los robots le falta una pierna. Se le perdió. Pero a mi me siguen gustando. Hacía días que no me los ponía, porque parece que no queda bien llevar un pendiente roto. Pero he pensado que eso es una tontería. Y más tratándose de un robot cojo. O qué. No seré yo quien discrimine al pendiente.