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lunes, 13 de junio de 2011

Síntomas de la Perplejidad/1


Hablábamos el sábado -ya en la madrugada hacia el domingo- una amiga y yo de un temor, o más bien inquietud, que ambas compartimos. Hablábamos sobre el hecho (constatado por diversas vías) de que nuestros jóvenes occidentales, y en concreto españoles, constituyen efectivamente la generación mejor preparada que jamás haya tenido este país, pero también la que menor capacidad de uso y desarrollo de su preparación tiene. Como generación precedente nos sentíamos nosotras responsables de haber puesto en sus manos mucha información, pero casi ningún método válido para aplicarla. Intuimos en muchos de nuestros jóvenes una falta de auto-responsabilidad y de voluntad de co-responsabilidad que nos preocupa. Y vemos además, por otro lado,  que  a quienes sí poseen esas actitudes tan apenas les damos  espacios donde ejercerlas. 

La reducción del espacio social, público y colectivo, es una evidencia que nos afecta a todos y que se está acelerando en los últimos tiempos. Esa reducción no es banal. Conlleva otras muchas cosas, como por ejemplo la estrangulación de los márgenes de decisión propia, de elección real de opciones diversas, etc. La globalización (que podría suponer avances sociales muy positivos, en cuanto amplifica la comunicación y el conocimiento múltiple) se está aplicando por el contrario y en líneas generales para todo lo contrario: para adelgazar, a través de la excusa neoliberal falaz de una uniformización cultural y económica inevitables, el terreno de lo público, que ya tan apenas se reduce al ámbito del comercio y el transporte. Digo lo  público como espacio de convivencia ciudadana, de intercambio de ideas, de lugar de progreso común, de oportunidades más igualitarias que las propiciadas por la fantasmal jerarquía de los mercados mundiales privados que sólo entienden las plazas públicas y los gobiernos democráticos como escenarios teatrales donde representar sus muy previsibles guiones y que parecen dispuestos a ir tan lejos como haga falta para imponer ese guión (tan lejos como haga falta).

Yo he sido espectadora de ese escenario. Todos lo hemos sido. Y supongo que en la medida de nuestras inconsciencias, hemos sido espectadores conniventes. Nuestra bulimia ha adelgazado extraordinariamente a nuestras sociedades, las ha debilitado, nos ha convertido en pasivos irresponsables.

Pero la gente vuelve a la calle, la ocupa y la disfruta, en cuanto percibe que la ciudad no le es hostil. En cuanto se le da un poco de tiempo para pararse en algún sitio un rato. Los jóvenes, a quienes se lo hemos dado todo para nada, han aprendido a recuperar el espacio público a través de Internet: se han hecho allí capaces, responsables, exigentes, comunicativos, colaboradores, y allí se han desprendido del corsé de espectador. Quieren hacer. Quieren una sociedad que les devuelva lo público, las plazas, las calles, los mercados. Han llevado a la calle una forma de organización social para demostrar que, a pesar de todo, aún funciona. Ellos no quieren caer en la trampa del posibilismo. Prefieren resistir, reflexionar y (en general) educadamente desobedecer. 

Personalmente, la memoria no me deja ser demasiado optimista respecto a los humanos. Pero eso no importa. Como algunos otros, he aprendido la lección. De momento, no sé decir mucho más.


El post diario de Enrique Flores, ilustrador: http://www.4ojos.com/blog/?p=5520






viernes, 20 de mayo de 2011

Síntomas de la Entropía/18: Horizontales


En noviembre de 2008 se dijo hasta la saciedad que Obama había utilizado muy bien Internet para ganar las elecciones estadounidenses.

Y era verdad.

Hace poco hemos dicho que Internet y las redes sociales en la Red han posibilitado las revueltas del norte de África que se manifestaron como una avalancha. Y es verdad.

Las concentraciones en España conocidas ya como Movimiento 15-M (a mi me gusta más 15 de Mayo) han sido propiciadas en primera instancia por Internet y están poniendo de manifiesto la capacidad de organización casi inmediata que supone el uso de Internet y de las redes sociales.

Obama usó Internet en la misma dirección jerárquica, vertical y piramidal propia de la organización democrática burguesa.

La sociedad ya está en la Red. El sentido es horizontal. Nodos en paralelo. La Red ya está en la calle. Hace tiempo. La generación que es digitalmente nativa ha aprendido a ser participativa y a obtener respuestas casi inmediatas a sus actuaciones. Han aprendido a discernir. A todas horas. Y es activa.

Por fin.

Es verdad que todo, o casi, es manipulable. Oigo de un lado y otro comentarios acerca de quiénes sean los  impulsores desde la red de las movilizaciones. Algunos de esos comentarios pretenden desacreditar a la gente esgrimiendo que las movilizaciones han sido impulsadas por unos pocos (con nombres y apellidos). Quienes   apuntan así buscan aferrarse a la jerarquía, como siempre, a la verticalidad. Demuestran lo que piensan de la gente: que somos tontos en general. Su pensamiento me parece demasiado simple y se les ve el plumero. Pero  deberían ya saber que en la historia siempre hay momentos en que la gente sobrepasa con su voluntad la chispa que algunos encendieran.

Porque la vida es terca.